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En medio de las polémicas y de las críticas y el descontento de la mayoría de sus rivales, Maria Sharapova regresará hoy a las canchas después de cumplir una suspensión de 15 meses por haber dado positivo en un control antidoping por Meldonium en enero del año pasado. La ex número 1 del mundo, sin ranking por la larga inactividad, recibió una invitación especial para disputar el Abierto de Stuttgart, un torneo que reparte 710.900 dólares en premios, se juega sobre polvo de ladrillo, ya ganó en 2012, 2013 y 2014 y donde debutará ante la italiana Roberta Vinci desde las 13.30 de Argentina.
Lo peor parece haber quedado atrás para la rusa, que dos meses después del control que le tomaron en Australia admitió públicamente el positivo de una sustancia que consumía desde hacía una década. La ganadora de cinco Grand Slams reconoció que había recibido una carta de la Federación Internacional de Tenis (FIT) en la que se informaba el ingreso del medicamento que mejora el funcionamiento muscular, a la lista de prohibidos, pero que no la leyó con detenimiento.
“Cometí un enorme error”, aseguró Sharapova al asumir su descuido que le costaría muy caro, no sólo en lo deportivo. Horas después del anuncio, tres de sus más importantes auspiciantes -la suiza TAG Heuer, la alemana Porsche y la estadounidense Nike- cortaron sus relaciones con la jugadora. Aunque la poderosa automotriz y el gigante de la indumentaria deportiva regresaron a su lado luego de que un tribunal de la FIT reconociera que Sharapova no había tenido la intención de romper las reglas y le impusiera una suspensión de dos años. Luego la tenista apeló la sanción ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo que le redujo la pena por su intachable reputación.
Ese lapso de tiempo -en el que se dedicó a tomar clases en Harvard, trabajar en sus empresas y escribir una autobiografía que se publicará en septiembre- finalizó ayer a la medianoche y hoy, apenas 18 horas y media después, volverá a pisar una cancha en un torneo que la espera con los brazos abiertos y con el doble de periodistas que el año pasado preparados para contarle al mundo todos los detalles de su regreso.
Aunque no todos en el circuito están dispuestos a darle una cálida bienvenida. Varias de sus colegas se mostraron disconformes con la invitación especial que recibió y coincidieron en que ese wild card debería haberlo tenido para jugar la clasificación del torneo.
“Es muy discutible permitirle a una jugadora, sea quien sea, participar en un torneo la misma semana en la que finaliza su castigo. Además debería volver a empezar desde cero y ganarse su regreso”, reflexionó la danesa Caroline Wozniacki coincidiendo con la alemana Angelique Kerber y la propia Vinci. “No estoy de acuerdo con la invitación. Sé que ella es importante para el tenis, ha pagado por su error y puede volver a jugar, pero sin el wild card”, aseguró su adversaria.
Sharapova, que también recibió invitaciones para Madrid y Roma, hizo oído sordo a las protestas y mantuvo un perfil bajo durante los últimos días. “No le dedico ni un sólo pensamiento a las críticas”, aseguró quien durante toda la semana se entrenó a puertas cerradas en un club privado de esta ciudad y apenas compartió un par de fotos de las prácticas con sus fanáticos en las redes sociales.
Su principal objetivo está puesto en reivindicar su nombre y volver al lugar privilegiado que supo ocupar en el universo del tenis, que cambió desde su último partido cuando perdió ante Serena Williams en los cuartos de final de Australia 2016.
La estadounidense, la rival que más la complicó a lo largo de su carrera, no jugará por el resto de la temporada por su embarazo por lo que Sharapova parece tener abierto el camino para empezar a recuperar el terreno perdido. Y aunque algunos pongan en duda el estado físico con el que regresará, nadie cuestiona que volverá con la misma mentalidad ganadora que la transformó en una de las más grandes estrellas del deporte mundial.
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