Desde noviembre de 2023 hasta marzo de 2025, el empleo formal en Argentina registró una caída de aproximadamente 195.900 puestos en el sector asalariado registrado, según un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA, coordinado por los economistas Roxana Maurizio y Luis Beccaria y basado en datos oficiales del SIPA e Indec.
Este retroceso equivale a una contracción del 1,9% en los empleos registrados, y representa una pérdida promedio de cerca de 9.000 puestos de trabajo comparando marzo de 2025 con febrero, y 71.000 empleos menos en la comparación interanual.
La merma fue transversal a varios ámbitos laborales. En el sector público, entre noviembre de 2023 y marzo de 2025 se perdieron 58.000 lugares de trabajo, situándose en alrededor de 3,4 millones, lo que representa un descenso del 1,7% respecto al punto máximo previo.
En tanto, el empleo en casas particulares experimentó una caída más pronunciada: un descenso acumulado del 11,7% en el mismo lapso, con casi 59.000 empleos perdidos. El sector privado formal, por su parte, alcanzó 6,25 millones de trabajadores, pero arrastra once meses de contracción, con pérdidas significativas en el último año.
Paralelamente, el poder adquisitivo del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) se desplomó un 32% entre noviembre de 2023 y mayo de 2025, ubicándolo por debajo de los niveles de 2001, antes de la salida de la convertibilidad. Este descenso representa una de las mayores caídas en los últimos veinte años y deja al SMVM en niveles más bajos que luego de la crisis de principios de siglo .
El informe advierte que el empleo asalariado formal venía con tendencia a la baja desde septiembre de 2023 y que hacia mediados de 2024 se estabilizó, con oscilaciones pero sin lograr un repunte claro. La situación se complica en un contexto donde el poder adquisitivo se deteriora y los sectores más débiles sienten con más fuerza el impacto de los ajustes económicos.
En resumen, Argentina atraviesa un período preocupante: se perdieron casi 200.000 empleos registrados en 16 meses, y el salario mínimo perdió casi un tercio de su poder real, retrotrayendo el ingreso al escenario de principios de los 2000. Estas cifras configuran un panorama de vulnerabilidad laboral y social, que difícilmente pueda contrarrestarse a corto plazo sin mejoras en la creación de empleo y en la protección del ingreso.