René Favaloro revolucionó la medicina mundial al crear el bypass coronario, salvando millones de vidas. Su legado va más allá de la técnica, combinando ética, compromiso social y la defensa de una salud accesible para todos.
René Gerónimo Favaloro fue mucho más que un cirujano; fue un médico rural, científico y humanista que dedicó su vida a unir la técnica con la ética, la precisión del bisturí con un profundo compromiso social. Nacido el 12 de julio de 1923 en La Plata, construyó un legado imborrable al inventar el bypass coronario, una técnica que salvó millones de vidas en todo el mundo, y al fundar una institución que aún hoy representa un modelo de medicina solidaria y de alta calidad.

Favaloro siempre sostuvo que “el médico que solo sabe de medicina, ni medicina sabe”, convencido de que curar no es solo aplicar técnicas, sino comprender la historia, el entorno y el sufrimiento de cada paciente. Su carrera comenzó lejos de grandes hospitales, en Jacinto Arauz, un pequeño pueblo pampeano donde ejerció como médico rural durante doce años, atendiendo a todos sin importar su condición, y aprendiendo una medicina de humanidad y cercanía.
En 1962 viajó a Estados Unidos para especializarse en cirugía cardiovascular en la prestigiosa Cleveland Clinic. Allí enfrentó un gran desafío: encontrar una solución efectiva para los pacientes con obstrucciones coronarias. Después de años de trabajo, en 1967 realizó la primera cirugía de bypass aortocoronario utilizando la vena safena del propio paciente para desviar el flujo sanguíneo. Este avance revolucionó la cardiología y se convirtió en un procedimiento estándar que desde entonces ha salvado a más de 50 millones de personas.

Sin embargo, Favaloro nunca buscó beneficios personales: no patentó su técnica ni cobró regalías. Para él, el conocimiento debía estar al servicio de la humanidad. A principios de los años ’70, volvió a la Argentina con un sueño claro: fundar una institución que combinara excelencia científica con una fuerte vocación social. Así nació la Fundación Favaloro en 1992, un centro que rápidamente se convirtió en referente nacional e internacional.
Pero el contexto económico y político de los años ’90, junto a la falta de apoyo y las deudas acumuladas, pusieron en riesgo la continuidad de su proyecto. Favaloro denunció sin rodeos la corrupción y el abandono del sistema de salud. El 29 de julio de 2000, abatido por la crisis financiera de su fundación y la indiferencia de las autoridades, se quitó la vida con un disparo en el corazón, el mismo órgano al que dedicó toda su existencia.

Su muerte fue un golpe profundo para Argentina y para la medicina mundial. Más que una pérdida, fue una denuncia sobre las falencias de un sistema que no supo cuidar a uno de sus mayores héroes. A lo largo de su vida, Favaloro fue una voz crítica, un defensor incansable de la salud pública, la equidad y la ética profesional. Su legado continúa vivo en las generaciones de médicos que forman parte de la Fundación que lleva su nombre y en quienes aún creen que la medicina debe ser un acto de servicio para todos.
Hoy, a más de un siglo de su nacimiento, René Favaloro sigue siendo espejo y conciencia para un país que todavía debe aprender a valorar la dignidad, la justicia y el compromiso social en la salud.