Brutal agresión de un alumno a su maestra: casi perdió la vista de un ojo

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Hasta hace unos días, Julieta Petrolo era una maestra de Santa Elena, Entre Ríos. Hoy está en Paraná, intentando que la atiendan en la clínica de la ART. Tiene el hombro distendido, cuatro vértebras cervicales comprometidas y perdió el 90% de la vista del ojo izquierdo por la furia de un alumno de quinto grado. Contó todo en Facebook.

El 25 de abril, en el aula, quiso defender a un chico de 10 años que estaba siendo ahorcado por otro, mayor, contra el suelo. Ahí fue cuando recibió los brutales golpes del adolescente, de unos 13 años.

“Perdí mi vocación”, posteó Julieta en una dura carta en esa red social. Y en diálogo con TN contó que, además, tuvo que vender ropa usada para pagar parte del tratamiento porque el seguro no le cubre.

“La ART no se está haciendo cargo de nada. Yo soy suplente hasta el 26 de junio. Me mandan las recetas y debajo me ponen ‘no corresponde’. No sé por qué no corresponde, por eso vine a Paraná para que me digan”, señala la mujer, que no se olvida de la generosidad de la gente de Santa Elena.

Julieta no sólo pidió el tratamiento traumatológico, también solicitó atención psiquiátrica por todo lo que vivió. “Ese día, la docente de grado faltó porque tuvo un principio de ACV. Un directivo me pidió que saliera de mi grado (es docente de 4°) y me haga cargo de ese curso”, recuerda. En ese 5° grado, donde sufrió la agresión, cursan chicos de entre 10 y 13 años.

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“Un 25 de abril de 2017, yo perdí mi vocación. En una escuela llena de dolor, en un aula carente de límites, en un aula que no era la mía, vi la violencia y no la soporté… tuve que contenerla. La ira de un alumno hacia otro destruía poco a poco su frágil cuerpito. Como soy intolerante al maltrato, decidí intervenir. El resultado fue un cambio de rumbo de su cólera, ahora su punto de alivio era YO. No me defendí, me dejé golpear, era preferible mi cuerpo enorme a ese cuerpo frágil”, escribió en Facebook.

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Ese día Julieta estaba de espaldas escribiendo en el pizarrón hasta que escuchó la pelea entre los alumnos: “Yo me metí. Los separé. Lo agarré de los hombros. Ahí él se dio vuelta, me miró y me empezó a golpear.”

Julieta recibió dos golpes “fuertísimos”. Pero uno de ellos, en el hombro, la hizo chocar contra la pared.

“Al distender el hombro, casi sacarlo de lugar, movió la cervical y afectó la vista. Los alumnos se asustaron y le dijeron a su compañero que parara. El se dio vuelta, se sentó, agarró un librito que tenía en la mano y se puso a leer. Como si nada”, continúa el relato.

La familia del nene que la agredió no se comunicó con Julieta. “Por lo que me cuentan mis compañeras, él sigue igual, nadie citó a sus padres, nadie hizo nada. Porque es menor”, dice la docente, que en ese momento, se sintió “una bolsa de boxeo”.

“¿Sabés por qué me sentí así? Porque uno no se puede defender. Uno nunca tiene que pegarle a un niño, no hay que atacar al débil”, resalta.

En Facebook su carta conmueve, sobre todo, porque habla de una vocación que ya es parte del pasado y hasta le da miedo. “Perdí mi vocación. Porque yo ahora tengo miedo de entrar a la escuela. Ni a mis hijos llevo a la escuela ahora”, cierra llorando en TN.

Julieta sigue con el cuello ortopédico. Pero ahora también tendrá que usar una lente especial para su ojo izquierdo.

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