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Exactamente un año después de aquella noche fatal, se escuchó el veredicto que condenó a 16 años de cárcel al asesino de Eduardo Cicchino, el joven de 26 años que el 19 de mayo de 2016 fue asesinado a puñaladas por Gustavo Aníbal Olivera (54) en la puerta de un bar de San Telmo. ¿El motivo? Festejar un triunfo de Boca. El Tribunal Oral en lo Criminal N° 3 lo encontró culpable de “homicidio simple”, que contempla una pena de 8 a 25 años.
Antes de un cuarto intermedio para luego leer la sentencia, Olivera hizo uso de su derecho a pronunciar sus últimas palabras y allí pidió “perdón a todos”. Luego, a partir de las 14.30, se dio lectura al veredicto.
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El hecho cortó una vida apasionada por la música. Eduardo tenía una banda y también quería recibirse de ingeniero para investigar sobre la generación de energías sustentables. Planeaba convivir con su novia “Meme” y hacer un viaje al Sur. Tenía 26 años. Era hincha de Boca, aunque no iba a la cancha ni se desvivía por el fútbol.
Pero el 19 de mayo de 2016 fue a ver un partido con dos amigos a un bar de San Telmo. Boca enfrentaba a Nacional de Uruguay por la Libertadores. Su equipo ganó y eso fue todo.
Sus proyectos se congelaron en la esquina de Chile y Defensa cuando Olivera lo siguió, enojado por el resultado, y lo acuchilló en el corazón.
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Eduardo, que era el mayor de cuatro hermanos (Luciano, Florencia y Violeta), peleó 13 días en terapia intensiva hasta que murió por la gravedad de la herida. “Es como si me hubieran mutilado. Desde ese día a mí me falta un tercio del cuerpo”, intentó describir Marcela Martínez, la madre del joven.
Según pudieron reconstruir en el expediente, el agresor no tenía antecedentes. Hacía 30 años trabajaba en Dock Sud para un despachante de aduana. Los mozos reconocieron que iba regularmente a ese bar. “Eduardo había salido de la UCA y fue con Santiago al bar. Después llegó Bautista. Cuando terminó el partido se fueron enseguida porque este hombre los insultó todo el partido y ya estaban molestos. Y él los siguió. Mi sensación es que salió a cazar con un cuchillo afilado escondido entre la ropa y le tocó a mi hijo como le podría haber tocado a Bautista o a otro. Lo atacó totalmente a traición”, detalló Martínez.
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Después de acuchillar a Eduardo, Olivera se quedó sentado en la calle hasta que llegó la Policía y lo detuvo. Al joven herido lo trasladaron al Hospital Argerich donde sufrió el primer infarto en el ascensor. Pasó 13 días en coma inducido, con asistencia mecánica y lo operaron tres veces. Tuvo otros cuatro infartos y pasó sólo un día despierto.
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