La iniciativa nació por el impulso de amigos y vecinos de esa zona, que en conversación con El Territorio aseguraron que necesitan de la incorporación de más voluntarios para continuar con el proyecto de escolarización.
Explicaron que se debe al crecimiento del grupo de niños que concurren a las clases de apoyo escolar y también que se proyecta replicar el proyecto en otros barrios.
A través de estos talleres los niños logran mejorar sus calificaciones en la escuela y tener un espacio para compartir y hacerse amigos. Para que el proyecto siga creciendo resulta importante contar con el compromiso de la población en general, ya sea como voluntarios o colaboradores.
“De voluntarios siempre se necesita, porque hay veces que son muchos chicos y no damos abasto con la tarea. No podemos atender todos los requerimientos, porque realmente faltan voluntarios. Somos un grupo fijo, que está comprometido, que va siempre, pero nos vendría bien ampliar el grupo, que es lo que más nos hace falta”, explicó María Silvia Dei Castelli, una de las fundadoras del proyecto.
Para ser voluntario del proyecto no es necesario ser docente o tener estudios universitarios, “ese no es un problema, lo importante es que tengan ganas de ayudar”, aseguró María Silvia.
Hasta el momento, son 20 las personas que forman de Más Diecisiete, de las cuales 12 participan del dictado de las clases escolares.
“Todos siempre están colaborando con lo que pueden. No hace falta que estén todos los sábados en los talleres, si no que nos ayuden cuando puedan”, explicó María Silvia. Quienes no puedan asistir a las clases de apoyo escolar pueden colaborar con el proyecto a través de la donación de útiles escolares, ropas o alimentos.
Enseñanza y solidaridad
Apenas el reloj marca las 10, todos los sábados los integrantes del grupo Más Diecisiete comienzan a sacar los cuadernos, lápices de colores, sacapuntas, gomas y libros arriba de una larga mesa, ubicada en las instalaciones del humilde salón ubicado a metros de la Parroquia Inmaculada, en la calle San Juan 1300.
A las clases asisten alrededor de 30 chicos del nivel primario, en la mayoría de los casos. En ocasiones también concurren adultos, que gracias al proyecto pudieron concluir sus estudios secundarios. Tras este logro se vuelven voluntarios y ayudan a los niños en las clases. Tal es el caso de Catalina Domecq, quien pudo terminar el secundario y continuar los estudios universitarios.
Desde Más Diecisiete señalaron que además de aprender contenidos acádemicos, los chicos reciben contención.
“Después que empieza haber más confianza, los chicos se acercan y cuentan sus problemas y necesidades. Hay una relación de amistad que se va formando, sólo hay que ir a estar con ellos y que sepan que cuentan con nosotros. Ayudarles con las tareas y enseñarles buenos valores para que puedan salir adelante y el día de mañana hacer lo que quieran hacer”, resaltó María Silvia.
Y recalcó: “Cualquiera persona que quiera ayudar puede ser voluntario. No hay problema con eso, el grupo es súper heterogéneo. Lo importante es que el voluntario vaya los sábados, que colabore con lo que pueda, porque son muchos los chicos que tenemos”.
Aquellos que deseen colaborar con el proyecto pueden comunicarse con los voluntarios ingesando a la página de Facebook Más Diecisiete.