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“Bonazzi dejo la vida en el club y si no fuese por él, yo no estaría acá. Hay que ser agradecido”. Claudio Tapia, el hombre que hoy será elegido presidente de Asociación del Fútbol Argentino, recordó en diciembre de 2012, el día de la aprobación de la Memoria y Balance de Barracas Central, la figura de Anselmo Bonazzi, quien había fallecido el 15 de julio de ese año. Bonazzi fue arquero por más de 10 años, dirigente durante cinco décadas, representante en AFA varios años y el último presidente antes de la asunción de Tapia, en julio de 2001. Chiqui -como le dicen-, sanjuanino, ex barrendero, ex jugador del club, vicepresidente del Ceamse, yerno de Hugo Moyano, construyó durante más de una década un poder dentro de la AFA como ningún otro dirigente en la historia de su club.
El próximo 5 de abril Barracas Central cumplirá 113 años. Fue fundado en pleno corazón de Barracas. Tapia festejará el próximo 22 de septiembre sus 50 años en condición de titular de la entidad deportiva más importante del país. Los jóvenes pioneros eligieron el rojo y el blanco a rayas verticales como los colores de Alumni. La mayoría de los nuevos clubes en aquella época querían ser como el gran equipo de la primera década del siglo XX. Los dirigentes de AFA, como Tapia, aprendieron a construir poder desde las bases, al mejor estilo de Julio Grondona, con los votos de los clubes chicos que valen igual que el de los más poderosos. “Soy lo que soy gracias a Don Julio”, dijo en 2015. Tapia. de alguna manera, superará a Grondona, quien estuvo en AFA por años representando a Arsenal pero llegó a la presidencia como presidente de Independiente. Barracas está desde 2010 en la tercera categoría, la Primera B. Hace siete años que se sostiene porque tiene una economía saneada. Creció de 400 a 1.400 socios. Cuando Tapia llegó para jugar en las inferiores del club la realidad era otra: todo a pulmón y pocos socios. Mientras trabajaba para Manliba, empresa del Grupo Macri, y jugaba de delantero en Barracas, se afilió al Sindicato de Camioneros. Allí conoció María Isabel Paola Moyano, hija de Hugo, líder sindical y actual presidente de Independiente. Se casaron. Tiene cuatro hijos. Tapia también jugó en Dock Sud. Empezó a trabajar en el Sindicato de Camioneros. Volvió a Barracas para dar una mano, siempre con la venia de su suegro Hugo. El club estaba en Primera C cuando fue electo presidente. Tenía 33 años. Creció en la AFA y en su trabajo. En 2015, Graciela Ocaña lo denunció por “grave incompatibilidad funcional” y el caso está en la Justicia.
En 1911 Barracas se afilió a la Argentine Football Association. Jugó en el Ascenso hasta que en 1919 fue campeón. Tenía 234 socios. Durante quince años actuó en Primera. Siempre como partenaire, una cenicienta entre poderosos. Los viejos dirigentes de Barracas acompañaban los cismas y fusiones con puestos irrelevantes. En 1927, cuando el fallo salomónico del presidente Alvear instaló 34 equipos en Primera, Barracas tenía 465 socios y su titular Francisco Marcer sólo ocupó un lugar como consejero suplente. En 1931, cuando se declaró el profesionalismo, Barracas, que ya contaba con 569 socios, continuó en la Amateur. Su presidente Máximo Fernández también se conformó con un cargo menor en la Asociación.
El estadio de Barracas, inaugurado en 1916, tiene tres nombres. Se llama Claudio Chiqui Tapia; una tribuna, Julio Grondona; otra, Hugo Moyano. Ese tríangulo de poder.
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