Con un Bou brillante, Racing tuvo un gran regreso y vapuleó al Lanús alternativo

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Lisandro mira desde un rincón, cerca de ese túnel que conecta el vestuario con el campo de juego, aquel que cruza con la cinta de capitán en el brazo izquierdo. Hoy no puede jugar. Una lesión en la rodilla lo dejó afuera de carrera. No está su máximo referente, pero Gustavo Bou se carga Racing al hombro. Y cada vez que encara, derriba mitos y defensores rivales. ¿O acaso no eran unos cuantos hinchas los que creían que la Pantera pedía a gritos su salida del club? No pueden frenar al entrerriano de 27 años. Con la mente vacía de tentaciones europeas, un contrato renovado hasta 2020 y la confianza del técnico que mejor explota su potencial, el goleador abre los caminos de la Academia en el primer domingo de fútbol. Y del campeón no hay rastros en Avellaneda. Con nueve suplentes y carente de ambición, toda una contradicción para el ABC de Jorge Almirón, pasa de granate a oscuro. Y vuelve a perder, en menos de 96 horas, mientras sigue pensando en la Copa Libertadores.

Lo resuelve rápido Racing, justo en el momento en el que los hinchas terminan de acomodarse en las butacas. Y ese gol, el primero de una goleada tan justa como necesaria, marca la identidad de un equipo a pedir de Diego Cocca. Los primeros defensores son los delanteros y la presión alta no se negocia. Entonces, Lautaro Martínez atora a Santiago Zurbriggen, juega para Bou y penetra en el área para buscar la devolución. Un cabezazo del pibe bahiense, el salvador de la Selección Sub 20, agita a las tribunas. La Academia pega de entrada y no se baja de la lucha por el campeonato, más allá de que Boca está lejos, a 10 puntos.

El dominio es celeste y blanco. A bordo de un 4-4-2 que ya es una marca registrada en el técnico que dio la vuelta olímpica en este mismo estadio, la jugada nace en los pies del Pulpo González, conecta Luciano Aued y desequilibran Marcos Acuña o Iván Pillud, especialmente, por los costados. Gastón Díaz es la rueda de auxilio del lateral. Y la supremacía se traduce en el segundo grito del Cilindro porque a Rolando García Guerreño se le ocurre tironear de la camiseta de Bou delante de las narices del árbitro. Fernando Rapallini cobra penal. Y la Pantera resuelve, llevándose el dedo índice a la sien y abrazando a Lisandro, el ídolo ausente sobre el verde césped. Es todo un mensaje. Muy a pesar de la baja de Licha, el equipo tiene respuestas colectivas.

Lanús es un garabato del campeón. Almirón elige guardarse todo para la Copa porque el jueves enfrenta al Chapecoense en Brasil. La decisión conspira contra las posibilidades de un equipo que llega a Mozart y Corbatta con 26 puntos. Pero mucho más llamativa es la postura que tienen los once jugadores granates. Con una línea de cinco defensores en la que Nicolás Pasquini sale poco y nada y Agustín Pelletieri se mete entre los tres centrales, depende demasiado de Fernando Barrientos para establecer circuitos con los delanteros. José Sand está en el banco y no hay referencia en el área, más allá del desequilibrio de Marcelino Moreno, el jugador visitante más picante.

Orion no pasa zozobras en el primer tiempo. Y aunque Lanús cambia de actitud y de esquema en el segundo -con el ingreso de Pepe Sand, vuelve al 4-3-3 habitual-, Racing es una permanente sensación de gol cada vez que ataca. Y después de un buen rato cerca de su área, un poco por la mayor agresividad del rival y otro tanto porque con la ventaja retrocede a la zona de confort, Bou vuelve a mostrar todas las luces. Y Esteban Andrada, las sombras. Esa tendencia a salir jugando que pregona Almirón le juega en contra al arquero. Pillud intercepta el pase del número uno. Y combina con la Pantera. El centro atrás del artillero de Concordia encuentra a Acuña en el corazón del área. Y conecta de volea, le da de lleno a la pelota. Es un golazo que termina de liquidar el partido cuando todavía quedan 37 minutos para el epílogo.

Racing gana, gusta y golea. Entonces, Cocca aprovecha para probar variantes. Entra debuta el chico Pablo Cuadra (21 años) y muestra todo su entusiasmo contra la raya. Surge Ezequiel Videla, que empieza a recuperar el ritmo de los viejos tiempos en la mitad de la cancha. Vuelve a jugar en el torneo local Brian Fernández, tras dos años de suspensión. Es una fiesta el estadio Presidente Perón. Con Lanús de invitado. Con Bou como máxima figura. La Academia está viva. Y por más lejos que esté de Boca, su nivel ilusiona.

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