El Bayern, secretos de una costumbre alemana

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Venía de dos golpes. El primero, durísimo, la eliminación frente al Real Madrid, en los cuartos de final de la Champions League. En el Santiago Bernabéu se vio lo que casi nunca se ve: a los jugadores del Bayern Munich desparramados por el piso o agarrándose la cabeza o al borde del sollozo. El segundo, menos previsible, pero también doloroso, la eliminación en las semifinales de la Copa de Alemania frente al Borussia Dortmund, esta misma semana.

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Pero el equipo que ahora conduce Carlo Ancelotti conoce sólo un modo de recuperarse: ganando títulos. Y eso hizo. Venció como visitante al Wolfsburg y le sacó diez puntos de ventaja al sorprendente RasenBallsport Leipzig, que igualó frente a Ingolstadt, cuando restan tres fechas para el final.

Así, construyó un nuevo récord para su historia y para la de la Bundesliga (nacida en su versión actual en la temporada 63/64): por primera vez un equipo suma cinco títulos consecutivos. Hay un dato que revela la hegemonía del Bayern: desde aquella campaña fundacional se disputaron 52 campeonatos. El Gigante de Baviera -como le dicen- ganó la mitad. Entre once instituciones se dividen el resto.

En este fecha, le alcanzó con apenas un tiempo para sentenciar su cita. El Bayern se fue al descanso con una goleada en marcha: a esa altura ya ganaba tres a cero, con un tanto de David Alaba y un doblete de Robert Lewandoski. Rumbo a los vestuarios, Ancelotti exhibía una sonrisa mínima que no daba cuenta de la vuelta olímpica inminente. Cabe una lectura: quería más gloria esta temporada. El segundo tiempo fue una continuidad del poderío: otros tres goles (a cargo de Thomas Müller, Arjen Robben y Joshua Kimmich) para completar un resultado tenístico, 6-0.

Hay razones que explican las consagraciones reiteradas con distintos entrenadores, con jugadores diversos. Más allá del campo de juego, el Bayern Munich es una organización impecable al servicio del éxito. Planifican todo. No quieren que nada atente contra el pretendido objetivo. El fútbol profesional está dirigido por una sociedad anónima (la FC Bayern München Aktiengesellschaft). Ellos poseen el 75% de las acciones. Y hay otros tres participantes privados en la edificación del gigante bávaro, cada uno con el 8,33% de las acciones cada uno: se trata de un emblema de la indumentaria deportiva, Adidas, una empresa siempre vinculada a la institución; de un orgullo alemán de la industria automotriz, Audi; y de la multinacional de servicios financieros, Allianz, la corporación que le pone nombre al estupendo estadio en el que el Bayern juega como local.

En cualquier caso, lo que cuenta el eslogan del Barcelona también se hace certeza en este territorio alemán: el Bayern es más que un club. Resulta un símbolo de su ciudad, un escudo añadido a la tradición. Y también adquiere tal dimensión en el ámbito regional, en el país que lo cobija, en Europa y en el fútbol universal. Lo saben todos. En especial las grandes empresas que buscan acercarse para adherirse a esa imagen de perfección. Hay varios en la lista de invitados a las frecuentes fiestas del más campeón de los alemanes: Lufthansa, Sony, Siemens, Nikon, y hasta Coca Cola. Su éxito seduce. Y vende mucho, claro.

No sólo atrae empresas y millones. El equipo bávaro también encanta a los hinchas. Hay datos inequívocos al respecto: es el club con más socios del mundo si se consideran a los adherentes. Suma más de 260.000 y cuenta con otros 310.000 a través de diversas filiales por el mundo. El Benfica, que en la pasada temporada llegó a los 270.000, es el único que lo supera en cantidad de socios plenos. No hay casualidad, en consecuencia: el Allianz Arena -hermoso templo del fútbol de estos tiempos- luce siempre repleto. No hay ninguna butaca vacía de las 75.024 con las que cuenta el estadio. La última temporada (15/16) sumó 1.275.000 personas en sus tribunas. De todos modos, no se trata sólo de una particularidad del Bayern, es un rasgo general de la Bundesliga, el torneo de fútbol más concurrido del mundo (y el segundo considerando cualquier deporte, sólo la supera la National Football League, el fútbol americano de los Estados Unidos).

Queda una impresión: el Bayern es el producto más significativo de una Liga impecable. Pero que ofrece una grieta desde el costado de la emoción: el desenlace resulta previsible. Bayern -ahora pentacampeón- ganó 13 de los últimos 19 torneos. Sin embargo, por estas horas, en Bavaria, a nadie parece importarle ese detalle. Siguen festejando. A su modo y manera. “Entre el arte y la cerveza” definió a este espacio del sur de Alemania el poeta Heinrich Heine, hace un siglo y medio. El Bayern todavía no existía. Hoy es parte inseparable de ese escenario. Allí donde la celebración se hizo agradable hábito.

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