Acaso como nunca, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, enfrentó los micrófonos y se despachó con un monólogo de palabras fuertes.
A horas del comienzo de la segunda Copa del Mundo bajo su mandato en la entidad madre del fútbol, el hombre nacido en Suiza levantó el tono al responder sobre los cuestionamientos a la realización del Mundial en Qatar, un país observado por su manejo de los derechos humanos y por las condiciones en las que desarrolló la organización del acontecimiento, que incluyó la muerte de una cantidad nunca precisada de obreros. Infantino no esquivó ningún tema, y no solo se refirió a ellos, sino que puso un ejemplo personal para armar su discurso.
“Hoy me siento qatarí, árabe, africano, gay, discapacitado, trabajador migrante. Me siento como ellos y sé lo que es sufrir acoso de pequeño. Era pelirrojo y sufrí bulling. Lloré e intenté participar con ellos. Si leyera la prensa estaría deprimido. Soy hijo de trabajadores migrantes, en condiciones muy complicadas en Suiza, cómo vivían y los derechos que tenían. Veía como se trataba a los que intentaban entrar en el país. Suiza se ha convertido en un ejemplo de tolerancia. Qatar ha progresado y hablaremos de ello, como también espero que hablemos de fútbol, si no están cansados. La FIFA está orgullosa de estar aquí. Me cansa leer comentarios sobre gente y decisiones de hace doce años. Va a ser el mejor Mundial. La gente lo que quiere es el fútbol”, arrancó el titular de la FIFA.
Y después fue a fondo al hablar de “hipocresía” de los europeos y de “doble moral” al juzgar lo que ocurre en Qatar. “Lo triste es que en las últimas semanas hemos sido testigos de una doble moral. Los europeos nos dan muchas lecciones. Soy europeo y deberíamos pedir perdón por dar lecciones. Vine hace seis años y lo primero que hice fue hablar de los trabajadores. ¿Cuántas empresas europeas ganan dinero aquí o en otros países de la zona y se han preocupado de los trabajadores? Ninguna. Igual ganaban menos si lo hacían. Nosotros, sí. Aquí defiendo el fútbol y las injusticias. La FIFA se preocupa y Qatar, también. ¿Saben cuántos periodistas vinieron a un acto sobre discapacitados hace dos días? Cuatro”.
La persecución a la comunidad LGTB es otro de los aspectos en los que se centran los cuestionamientos. A eso también se refirió Infantino: “He hablado mucho con los dirigentes y se da la bienvenida a todo el mundo. La opinión de uno o dos no es la de un país. Esto es un requisito que se va a cumplir. Las normas existen, como pasó en Suiza en el 54. ¿Nos quedamos en casa y criticamos a los árabes porque no permiten a los gays en público? No, hay que pasar por un proceso. Las puertas se están empezando a abrir. Pido que intentemos unir, no es una guerra. La ciudad es preciosa y la gente está feliz”.
Finalmente, hizo referencia a quienes cuestionan a los simpatizantes de otras nacionalidades que adoptan fanatismo por otras selecciones. “¿Falsos hinchas? ¿Es que acaso un indio no puede ayudar a Alemania? Esto es puro racismo. Hay que pararlo. La tolerancia empieza por nosotros. Hay que difundir la comprensión, el entendimiento”.
LA NACION