Sergio Romero: las seguras manos del Manchester campeón

La sensación es incómoda. E invita a un puñado de preguntas que laten bajo el cielo de Manchester: ¿se puede festejar justo después del dolor de un atentado que dejó 22 muertos? ¿La fiesta es un homenaje? ¿Puede serlo? El partido sucedió en Solna, en las afueras de Estocolmo. Pero se celebró en buena parte de la ciudad inglesa donde habita Old Trafford, el Teatro de los Sueños. En Suecia, el United le ganó 2-0 al Ajax y obtuvo su octavo título internacional en su larguísima vida de 139 años y tantos vaivenes. Ahora, por un rato, la tragedia se transforma en grito compartido.

Es la consecuencia feliz de una temporada que tuvo tropiezos, pero que también ofreció tres títulos en este ciclo naciente de José Mourinho. Los Red Devils ganaron la Community Shield, la Copa de la Liga y esta Europa League que también le otorga el pasaporte al gran objetivo de la próxima campaña: la Champions.

En la celebración de los jugadores, vestido de verde, con su brazalete negro de luto, con la sonrisa ancha de la gloria que amanece, Sergio Romero se luce con el trofeo entre los brazos. El arquero del seleccionado argentino fue clave en el recorrido del equipo por Europa. Por decisión del entrenador fue titular en el principal objetivo de la campaña. Y rindió acorde a esa confianza: fue valioso siempre; por momentos, decisivo. Así, alcanzó su sexto título en su paso por Europa (dos con el AZ Alkmaar, de Holanda; y cuatro con el United). Se trata también su primera consagración en una competición internacional de clubes.

El United consiguió la victoria en este encuentro decisivo abrazado a una virtud que lo acompañó en toda la Europa League: su contundencia. A partir de sus goles marcó el rumbo del encuentro. En el primero, a Paul Pogba lo ayudó el azar de un rebote en el colombiano Davinson Sánchez (aquel destacado defensor del Atlético Nacional campeón de la última Libertadores). Desde ese momento, el United comenzó a sentirse a gusto con el partido. En el segundo, ya en el complemento, el armenio Henrikh Mkhitaryan con una maniobra casi circense aprovechó las dudas de la defensa del Ajax y estableció el 2-0.

Pasaron quince partidos en la campaña: 10 victorias, tres empates y dos derrotas (ambas en la fase de grupos, allá lejos). Quedó una impresión: el mismo equipo que no ofrecía garantías en el Premier League (finalizó sexto, a 24 puntos del campeón Chelsea, con sólo 18 triunfos en 38 fechas) se mostraba sólido en Europa. Y en eso mucho tuvo que ver Romero, quien supo ganarse su lugar. Visto con ojos argentinos se trata de un detalle importante: esa continuidad le permite consolidar su espacio en el equipo nacional, ese que ahora conducirá Jorge Sampaoli.

Romero, que no hizo tres goles, pero mantuvo su arco en cero, se quedó con la pelota. A lo Messi en tantas ocasiones. “Me la llevo”, dijo. Y se la llevó. Con la pelota bajo su brazo derecho, también ofreció una dedicatoria: “Este título es para toda esa gente”. Se refería a los que gritaban hasta la disfonía de una semana entera en el Friends Arena. Pero también a aquellos que en Manchester cobijaban el dolor de la tragedia con el abrazo de la conquista deportiva. Apenas eso. Todo eso.