Esta semana se lanzaron a la carrera global de producir una vacuna en contra del SARS-CoV-2, en base al material genético que fue secuenciado recientemente en el Instituto Malbrán.
El proyecto, que involucra a muchos investigadores entre virólogos, inmunólogos, biólogos y genetistas, está dirigido por la Dra. Juliana Cassataro, investigadora del CONICET y de la Universidad de San Martín.
En esta primera etapa se encuentran seleccionando las “partes” del virus que se comenzarán a probar para desarrollar la vacuna, que deberá generar los anticuerpos necesarios en los seres humanos, para que se transforme en un proyecto exitoso. La novedad, es que el grupo encarará los proyectos de dos vías de administración de la vacuna, una parenteral (inyectable) y otra oral (gotas), con compuestos adyuvantes que ya patentaron internacionalmente. Esto último, lo convierte en un proyecto único en su tipo para Latinoamérica. La Universidad de São Paulo (USP), se encuentra en las primeras etapas del desarrollo de una vacuna con proteínas similares a las del virus en cuestión.
¿Cómo se “hace” una vacuna?
El desarrollo de una vacuna es un proceso extremadamente complejo, como lo es el sistema inmune humano, cuya explicación supera ampliamente el objeto de esta nota, pero básicamente las vacunas se desarrollan “presentándole” el microorganismo agresor al sistema inmune para que lo reconozca y luego organice una parte de su ejército de defensa, que actuará en contra de ese nuevo “agresor”, atacándolo cada vez que se lo encuentre en su camino.
Esa presentación, que la llamamos vacuna contra un determinado virus, consta básicamente de varios ingredientes, estos pueden ser partículas del mismo virus atenuadas o inactivadas, otros virus que presentan una proteína del virus problema, material genético o proteínas del virus problema, o una combinación de más de uno de estos ingredientes, además del compuesto adyuvante.
En la selección de los ingredientes, se busca entre otras cosas que produzcan una fuerte reacción y rápida respuesta inmune, para fabricar anticuerpos (soldados de defensa) e idealmente que duren mucho tiempo en la memoria del sistema inmune humano, para que la vacuna nos proteja, y por el mayor tiempo posible, así como que no nos produzca ningún efecto no deseado.
A grandes rasgos, dijimos que el desarrollo de una nueva vacuna es de una complejidad extrema y puede llevar muchos años cumplir con las diferentes fases hasta su aprobación definitiva y producción masiva. Deben ser autorizados y aprobados los procedimientos previos para que un desarrollo pueda pasar a la siguiente fase.
Todo comienza con un diseño experimental que debe ser aprobado, y se inician las pruebas de la nueva vacuna que se dividen en fases, el cumplimiento de todo el proceso puede durar entre cinco y treinta años, según la experiencia que hay en el mundo luego de miles de proyectos iniciados a nivel global, el promedio es de diez años hasta tener una vacuna segura, la que menos tiempo llevó fue la del virus ébola, con solo 5 años hasta cumplir con todas las fases.