Destacan el trabajo para la reproducción de pacúes en la Estación de Piscicultura de El Puma

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El veterinario Julio Cruz está prácticamente desde el inicio de la Estación de Hidrobiología y Piscicultura del Parque Ecológico El Puma. Junto con su equipo ha sido el artífice de la fertilización y reproducción de pacúes llevada adelante en un trabajo conjunto entre el Ministerio de Ecología, el IFAI y el Ministerio del Agro y la Producción.

El éxito de la tarea, refrendado por la entrega de 3000 alevines a productores de toda la provincia hace unos días, tiene como plus el hecho de que significa la reactivación de un espacio de investigación y asistencia a la producción piscícola que venía de un parate profundizado por la pandemia del coronavirus.
El proceso atravesó, además, los embates del duro verano que se vivió en la región, donde el agua de los estanques llegó a tener 33 grados centígrados, el límite que podían soportar los ejemplares.
Cruz reconoció que la cría supuso un gran desafío, por el complejo escenario marcado por la inactividad. “Dijimos que íbamos a probar, pusimos todo el esfuerzo. Para nosotros fue un gran logro el resultado obtenido”, admitió.
El veterinario recordó que durante la pandemia hubo 16 meses en los el plantel de peces de la Estación recibió la contención mínima y necesaria. “Por eso no sabíamos en qué condiciones estarían”, comentó.
Para poner en relieve el resultado alcanzado, hizo un poco de historia. “Esto nació para generar trabajos de investigación y producir animales aptos para el engorde. La Entidad Binacional Yacyretá construyó el lugar para promover el estudio de los peces, el desarrollo de las técnicas de mantenimiento, de fertilización y reproducción, incluso de cría y recría de animales, con el fin de volcarlos en algún momento a repoblar alguna cuenca, si fuera necesario”, precisó.
“Empezamos a traer animales silvestres, de Oro Verde, Corrientes, Ituzaingó, Isla San Antonio y Eldorado, de donde podíamos. Eran de distintas especies. No se trata de un proceso sencillo, porque a los animales se les cambia el ambiente, la alimentación. Se tiene que adaptar a las aguas quietas, a la temperatura. El pez sufre estrés, que influye en la maduración de su sistema reproductivo. Es lo que primero que las especies sustraen cuando están en un ambiente hostil”, aclaró el profesional.
Con una de las hembras de Oro Verde y tres machos llegados de Formosa, se alcanzó con éxito la primera reproducción, luego de una serie de pruebas, claro está. “Sacamos la F1, la familia 1. Se hizo una selección por tamaño, elegimos los cabezas de lote, los que más crecían en iguales condiciones en el ambiente. Ahí surgió el primer lote de reproductores”, añadió.
Hasta ese momento, la tarea apuntaba a “estudiar la biología de las especies. Pero cuando empezaron a ver desde afuera la crianza de juveniles y adultos, se despertó el interés tanto adentro como afuera de la provincia. Recuerdo que hubo una reunión entre distintos organismos y se decidió que podíamos trabajar con tres especies para asistir a los productores: pacú, boga y sábalo. Esto se decidió en conjunto”.
Se construyeron entonces los estanques de tierra, porque era importante la fauna acuática que generaban y esto beneficiaba a los peces. “Reciclamos el alimento comercial. Le agregamos proteína y polivitamínicos minerales”, precisó en cuanto a la alimentación de los ejemplares.
El proceso continuó con capacitaciones a productores, asesoramiento y algunas entregas, hasta que sobrevino la pandemia. Fueron 16 meses de pausa, hasta que en 2022 surgió la posibilidad de trabajo conjunto entre Ecología, el IFAI y el Agro para la cría de alevines y juveniles destinados a fortalecer a productores de distintos puntos de Misiones.
“Fortalecimos la alimentación de los reproductores con vitaminas, minerales, huevos. Entre fines de noviembre y principios de diciembre fuimos a buscar a los reproductores. No había tantos como pensábamos, pero se hizo la selección y empezó el proceso”, señaló Cruz.
Lo que vino a continuación es el trabajo fascinante de fertilización. Son poco más de 24 horas frenéticas de las que depende el éxito de la reproducción.
“Seleccionados los reproductores, se hace la inducción hormonal. Dos para las hembras (una preparatoria y otra desencadenante) y una para los machos. Esto sucede en un lapso de 12 horas. Después viene el desove de huevos y hacemos la fecundación, para la que tenemos apenas unos minutos”, describió.
En el laboratorio se chequean los huevos fecundados para ver la reorganización del núcleo. El siguiente paso se da en la incubadora, con un flujo de agua que se va aumentando de manera progresiva. Seis incubadoras se emplearon para el proceso.
“A las ocho horas se van perfilando cola y cabeza del embrión. A las 14 horas, los huevos eclosionan y aparecen las larvas de peces. Al comienzo del cuarto día, el aparato digestivo está listo para alimentarse solo”, repasó, simplificando una seguidilla de avances que no dan respiro.
“El paso siguiente es la fertilización de las piletas, donde son depositadas las larvas. Entre los 18 y 20 días, tenemos un pez completo. Y 18 meses después, con alrededor de dos kilos, están listos para la venta o el consumo”, completó.
La exigencia en los primeros 15 días es enorme para el equipo de técnicos. “Hay que alimentarlos cuatro veces al día las dos primeras semanas. Hablo de formular, particular y tamizar el alimento”.
Se estima que al final del proceso unos 25 mil alevines crecieron sanos en los estanques de la Estación del Parque El Puma, toda una victoria ante la inactividad prolongada y el calor extremo.