Se cumplen 20 años del fallecimiento del inventor del bypass, René Favaloro

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Hasta siempre». Fue la última frase que escribió de puño y letra René Favaloro en la breve nota que adhirió al espejo del baño con indicaciones precisas sobre qué hacer después de que su cuerpo, ya sin vida, fuera encontrado con su corazón perforado por un disparo certero.

 

Con la mismameticulosidad que exigía en un quirófano y que lo había guiado en la vida y la profesión Favaloro preparó la escena de su muerte. Cuando se quedó solo en el departamento cerró la puerta de servicio y dejó la llave puesta. Era el único acceso por donde podían ingresar personas de su confianza. Se afeitó, se duchó, se puso el pijama y escribió una última carta que, junto a otras misivas y documentos acomodó prolijamente sobre la mesa del comedor. Ya en el baño cerró la puerta y se paró delante del espejo.

 

El cardiocirujano que en 1967 saltó a la fama al sistematizar el procedimiento del bypass con el que en los quirófanos de todo el mundo se han salvado millones de vidas, quiso verse en esos últimos instantes vitales. Apoyó el revólver sobre el corazón y disparó.

"Hasta siempre", esa fue la última frase que escribió de puño y letra René Favaloro en la breve nota que adhirió al espejo del baño con indicaciones precisas sobre qué hacer después de que su cuerpo
«Hasta siempre», esa fue la última frase que escribió de puño y letra René Favaloro en la breve nota que adhirió al espejo del baño con indicaciones precisas sobre qué hacer después de que su cuerpo 

Las razones

 

Aquella tragedia, de la que hoy se cumplen dos décadas, sigue generando entre los argentinos perplejidad, asombro e interrogantes. Las cartas que el prestigioso cardiocirujano dejó a sus allegados explicando los motivos que lo empujaban a quitarse la vida no alcanzaron para calmar esa persistente y perturbadora inquietud que aún hoy provoca aquella decisión. Pese el tiempo transcurrido, muchos se siguen preguntando por qué se mató realmente.

 

Favaloro se suicidó en las primeras horas de la tarde del sábado 29 de julio de 2000. Entonces, tenía 77 años y fecha para casarse el mes siguiente con una mujer a la que le llevaba 45 años. Entonces, la Fundación Favaloro para la Docencia e Investigación Médica, atravesaba una delicadísima crisis financiera que había terminado por mellar su autoridad dentro de la institución y obligado a instrumentar un plan de ajuste que implicaba reorientar drásticamente el esquema financiero del centro de salud y que le reservaba a él, su mentor, un rol honorario alejado de las decisiones.

Favaloro se suicidó en las primeras horas de la tarde del sábado 29 de julio de 2000, tenía 77 años
Favaloro se suicidó en las primeras horas de la tarde del sábado 29 de julio de 2000, tenía 77 años

 

Repasar su vida implica reflexionar sobre dimensión de lo que realmente significó su pérdida, valorar su legado y reconocer al hombre detrás del bronce. Ese recorrido permite asomarse, también, al funcionamiento del sistema de salud argentino y sus claroscuros, y observar a este médico extraordinario internarse en los senderos muchas veces escabrosos de la política argentina. Un derrotero complejo y quijotesco pero también, por momentos, contradictorio, que acabó por teñir el sino trágico de su final.

 

Casi un prócer

 

Favaloro había adquirido una celebridad inusitada, nunca antes alcanzada en el país por una figura del mundo científico que lo llevó hasta el extremo de ser considerado casi como un prócer, además de referente de un pensamiento ético, una voz que denunciaba el desahucio moral de la sociedad.

El autor de esta nota publicó una biografía de Favaloro
El autor de esta nota publicó una biografía de Favaloro

 

Descendiente de italianos que llegaron al país con la primer oleada inmigratoria antes del fin del siglo XIX, Favaloro nació en un hogar humilde de esforzados trabajadores. Su padre, Juan Bautista, era ebanista y su madre, Aída, costurera.

 

Según su acta de nacimiento René vino al mundo el 14 de julio de 1923, así figuró siempre en sus documentos. No obstante, en su familia se asegura que fue alumbrado dos días antes y que se lo anotó el 14 en homenaje al aniversario de la Revolución Francesa a raíz el ideario de izquierda con el que comulgaban por entonces los Favaloro. Si bien nunca residió en El Mondongo, el célebre médico se identificaba intensamente con esa barriada popular donde pasó sus primeros años de vida: allí fue a la Escuela 45, forjó amistades y abrazó la pasión futbolera por Gimnasia.

Descendiente de italianos que llegaron al país con la primer oleada inmigratoria antes del fin del siglo XIX, Favaloro nació en un hogar humilde
Descendiente de italianos que llegaron al país con la primer oleada inmigratoria antes del fin del siglo XIX, Favaloro nació en un hogar humilde 

 

Su ingreso al Colegio Nacional Rafael Hernández dependiente de la Universidad Nacional de La Plata cambió su vida. Le permitió tener roce con profesores de la talla de Ezequiel Martínez Estrada o Pedro Henríquez Ureña y pares de condición social diferente de la suya. Abrazó la militancia reformista que profundizó al cursar en la Facultad de Ciencias Médicas, donde fue delegado estudiantil.

 

Embarcado en ese activismo, vanguardia opositora a los gobiernos de facto de los generales Pedro Ramírez y Edelmiro Farrell y, luego, del naciente peronismo, conoció la cárcel y la dureza de la represión policial al participar en manifestaciones callejeras.

 

Apenas graduado, en 1949, su principismo lo llevó a resignar la posibilidad de acceder a su primer trabajo como médico en el Policlínico San Martín de La Plata. No aceptó firmar una adhesión al gobierno peronista. Aquella decisión lo empujó a improvisar. Aceptó una propuesta para hacerse cargo de la salita en un pequeño caserío en la estación de Hipólito Vieytes, partido de Magdalena, unos cuarenta y cinco kilómetros al sur de La Plata. Allí estrenó su diploma de médico.