Fueron casi dos décadas de lucha. De recorrer innumerables pasillos de tribunales cordobeses y correntinos, acompañado del incansable apoyo de su esposa e hijos. Todo, con el único objetivo de que la Justicia le reconozca nada más y nada menos lo que era suyo.
Para ello debió encadenarse más de una vez frente a una plaza para ser escuchado e incluso lo acusaron de intentar apropiarse de un legado al que supuestamente no pertenecía.
Pero los años, la paciencia y los lazos sanguíneos fueron mucho más fuerte que todo y, hoy en día, Manuel Antonio Manubens Calvet (66) disfruta junto a sus seres queridos del sabor de una victoria que durante años anheló.
Y es que la Justicia cordobesa resolvió hacer en las próximas semanas la entrega de las propiedades y los bienes de quien en vida fuera Juan Feliciano Manubens Calvet, un terrateniente multimillonario que falleció a principios de los 80 y que Manuel debió batallar muchísimo para que sea reconocido como su hijo.
Como consecuencia de las idas y vueltas en torno al patrimonio que debía repartirse, se supo que los bienes a dividir rondan los 225 millones de dólares norteamericanos, de los cuales un 35 por ciento debía ser repartido entre los pocos familiares del empresario que siguen en vida. Entre ellos Manuel, quien podría recibir cerca de 5 millones de dólares.
Pero para que el hombre pueda acceder a la millonaria herencia fue clave la cédula de notificación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que recibió hace tres años y que rechazaba la denuncia por falsedad ideológica o intentos de adulteración de documentos que pesaba en su contra.
El Territorio se entrevistó ayer por la tarde con Manuel, un reconocido locutor correntino que supo hacer sus primeras armas en LT46 de Bernardo de Irigoyen y que luego pasó por LT17 Radio Provincia y Canal 12.
Durante todo ese tiempo adoptó a la tierra colorada como su hogar y en la coqueta casa que tiene en Villa Cabello, este amante del Chamamé comentó sus sensaciones en relación a la lucha que llevó. Sobre la novedad judicial comentó que “era lo de esperar, nada más que como había mucha corrupción en nuestro país se dilató mucho. También estaban de por medio los sobrinos de mi papá que estaban vivos, ellos manejaban esta situación. La Justicia me reconoció y nada más, no ha pasado otra cosa. Le doy gracias a Dios que mis hijos ya crecieron, que son todos grandes y nos cuidamos entre todos”.
“Se ha hecho estricta justicia en mí y todo lo que sucedió era de esperar. En su momento han comentado que yo era un chanta, que yo era formado por otras personas para hacer todo esto y eso nunca fue cierto. Nadie nunca me manejó. Desde mi adolescencia yo tenía mucha personalidad, como cuentan de mi padre. La gente que me conoce va a decir que siempre tuve personalidad y que nadie iba a venir a llevarme de la nariz siendo jovencito. Siempre fui así y lo que decían de mí, medio que me resbala”, comentó el locutor, quien en la actualidad se encuentra jubilado y que ya adelantó que tiene muchos proyectos a seguir vinculados a la radiodifusión.
Por otro lado, sostuvo que “en los primeros tiempos no tenía ningún apuro de que se publique o no, porque ya estaba todo arreglado, mis hijos ya tenían el apellido de su abuelo, mis nietos también y la gente de esta noble provincia que me dio todo me ayudó para que arregle toda mi identidad. La gente se ha portado muy bien, mis compañeros de trabajo y toda la gente que me tiró buena onda en todo este tiempo”.
El inicio de un largo camino
Los comienzos en su lucha por ser reconocido como hijo de Don Feliciano se remontan al poco tiempo que nuestro protagonista llegó a Misiones.
Hoy ya pasaron 44 años del día que arribó a la tierra colorada para ganarse un lugar en la radiofonía.
“Yo me enteré cuando yo ya vivía acá. En una biblia evangélica que tenía sabía que había unos papeles que yo nunca revise y nunca me interesó revisar porque eran papeles sueltos. Cuando vine y me fui a trabajar en la radio de Bernardo de Irigoyen en el LT46 y allá es donde conocí a la que es mi actual esposa trajimos esa biblia y la guardamos arriba de un placar y estuvo muchos años. Un día agarro, miro uno de los papeles y veo en una constancia del registro de las personas y al dorso decía hijo de Juan Feliciano Manubens Calvet y ahi dije cómo es esto”, recordó el entrevistado.
Luego, comentó que un determinado día, mientras escuchaba chamamé en la radio de su casa, oyó que en el noticiero salió una noticia que hablaba de una mujer en Córdoba con el apellido Manubens Calvet.
Fue aquí que revisó la vieja Biblia que guardaba en su habitación y notó que la provincia mediterránea podría ser una pista clave para saber de sus orígenes.
Con ayuda de amigos y conocidos, viajó a Córdoba y pudo hablar con la viuda de su padre, quien según Manuel sabía de su existencia y que lejos de mostrarle desconfianza le brindó mucho apoyo y ayuda para reclamar en el futuro el lugar que le correspondía.