Se llama Blanca Ester P. (43). Es tarefera. Ni bien acuchilló al hombre, identificado como Daniel N. (32), se entregó a la Policía.
Estuvo detenida hasta que tres días después declaró que cuando sintió que ya no tenía fuerzas pudo alcanzar el cuchillo que estaba en la mesa de la cocina e hincó al violento para que dejase de agredirla. Pensó que ella iba a terminar muerta.
El juez Horacio Alarcón, subrogante en el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá, entendió que si bien el agresor se llevó la peor parte -ya que sigue internado en terapia intensiva en el hospital de esa ciudad, pero fuera de peligro- ella también es víctima, y por eso decidió excarcelarla bajo caución juratoria y con la condición de que se presente cada mes en los estrados judiciales.
Pese al certificado médico que confirmaba los golpes que recibió de parte del hombre con quien convivía, Blanca fue imputada por el delito de “lesiones graves” y está supeditada a la causa.
En paralelo, le prohibieron acercarse a él, como también él a ella -aunque está imposibilitado de movilizarse por sus propios medios- ya que enfrenta una causa por violencia doméstica. Ésta última se instruye en el juzgado de familia de Aristóbulo del Valle.
Una vez que recuperó la libertad, la mujer entendió que deberá comenzar de nuevo ya que la pieza donde sucedió la agresión era alquilada por el hombre y no quiso regresar a ese sitio. Su hermana la albergó en su casa y es constantemente visitada por los integrantes de la Comisaría de la Mujer de esta localidad, quienes la asistieron desde el principio.
En defensa
El ataque que produjo la reacción de la mujer ocurrió en una casa del barrio Neumann de Salto Encantado, minutos después de las 21.30 del lunes 16. Según declaró Blanca en sede judicial, ella sufre violencia física y verbal desde hace tiempo aunque nunca radicó denuncias, pero al notar que podía terminar muerta reaccionó y con un cuchillo le produjo un profundo corte a quien la estaba golpeando.
Las fuentes policiales y judiciales consultadas por El Territorio informaron que los problemas eran constantes en la pareja, que ya había atravesado una corta separación pero volvió a convivir por la insistencia del hombre, que prometió cambiar pero con el correr de los días la situación se fue tornando nuevamente violenta, sobre todo debido al consumo de alcohol, lo que hacía resurgir la personalidad agresiva del hombre.
Esa noche volvieron a enfrentarse y se repitieron las escenas caóticas en la casa. Según contó la mujer, a la tarde él salió a hacer changas pero regresó alcoholizado y ante el reclamo cruzaron palabras. Su concubino nuevamente comenzó a ejercer violencia verbal hasta terminar pegándole una trompada en el ojo.
El contexto de violencia no era para nada favorable a Blanca, quien decidió correr. Fue hasta una pieza y recibió otro golpe en la espalda, así que regresó al sector de la cocina y por un empujón cayó arriba de la mesa. En ese instante -dijo- vio el cuchillo con el cual estaba cocinando y le asestó el puntazo que obligó a Daniel a retirarse de la vivienda.
En estado de shock, ella caminó hasta la comisaría y manifestó a los uniformados que su concubino la agredió físicamente y que en defensa propia lo apuñaló, haciendo que éste se retirase con destino desconocido. La comisión policial lo encontró acostado, al borde del desmayo.
Lo llevaron al hospital, donde se determinó que sufrió “evisceración de intestino en zona infraumbilical”, por lo que fue operado e internado en terapia intensiva y hasta ahora sigue en esa condición.