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Un lugar seguro, tranquilo, para relajarse y compartir un momento con amigos. Supuestamente así era Puerto Madero en sus inicios. La custodia de Prefectura, en cada uno de los ingresos a esa selecta zona de la Ciudad de Buenos Aires, da sensación de seguridad. Sensación, no mucho más.
Un ataque de motochorros se vio en una de las tantas cámaras que monitorean el barrio. Ocurrió en un paseo peatonal que une las calles Juana Manso y Aimé Painé, a plena luz del día. Allí se ubica un local de la cadena de heladerías y cafeterías Persicco. En una de las mesas al aire libre, cinco hombres toman café y charlan cuando de repente una moto se les pone a centímetros de la mesa.
Dos ladrones, curiosamente vestidos igual, con unas remeras verdes, les roban a punta de pistola. El acompañante se ve más activo, va directo a las billeteras, los relojes y los celulares. Ese no tiene casco, pero el que conduce, sí. Las víctimas, resignadas.
La situación dura apenas unos segundos, todos se quedan quietos y esperan que pase lo más rápido posible. Recién cuando la moto se aleja, uno de los hombres se para como buscando testigos o alguna presencia policial. Pero ya era tarde.
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