Macri apunta contra Goerling y Arjol: “Los que tenían precio ya fueron comprados”

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En la interna cada vez más cruda del PRO, el expresidente Mauricio Macri lanzó munición gruesa contra dos de los legisladores nacionales por Misiones que, según él, “ya cambiaron de bando”. Se trata del senador Martín Goerling y del diputado Martín Arjol, quienes en los últimos meses pasaron de ser representantes de Juntos por el Cambio a alinearse abiertamente con el gobierno de Javier Milei. La acusación de Macri no fue sutil: “Los que tenían precio ya fueron comprados”.

Las palabras del exmandatario no solo evidencian el nivel de fractura dentro del partido que fundó, sino que exponen el profundo malestar que generan las fugas hacia el oficialismo libertario, que avanza en su intento de cooptar cuadros opositores para reforzar su débil estructura legislativa. En ese marco, Misiones vuelve a estar en el centro del conflicto político nacional.

Martín Goerling, exdirector de Yacyretá durante el macrismo, hoy integra el gobierno de Milei, bajo el ala de Patricia Bullrich. Su figura se fue desdibujando del esquema del PRO misionero y terminó acomodado en el espacio libertario sin mayores explicaciones públicas. Dueño de un importante capital económico, su salto de bloque parece menos ideológico que pragmático. A juzgar por las palabras de Macri, se trataría de uno de los tantos “conversos por conveniencia” que proliferan en la nueva era mileísta.

En paralelo, Martín Arjol, diputado nacional que llegó al Congreso bajo la boleta de Juntos por el Cambio, ya muestra su simpatía con el presidente Milei y ha tomado distancia del radicalismo tradicional. Su nombre aparece asociado a maniobras recientes para presentar listas en Misiones por fuera de la UCR, explorando acuerdos con el Partido Libertario. Para Macri, Arjol es otro caso de personalismo político que privilegia su propio destino antes que cualquier construcción colectiva: “No apuestan a proyectos, solo quieren salvarse solos”, habría dicho en la intimidad de la mesa chica del PRO.

El trasfondo de estas críticas va más allá de los nombres propios. Macri está en pleno proceso de rearmado del PRO con la mira puesta en las elecciones legislativas de 2025. Su objetivo es claro: recuperar el control del partido, reordenar la tropa y frenar el drenaje de dirigentes hacia el gobierno nacional. En esa estrategia, los que saltaron el cerco son vistos como traidores políticos, funcionales a un oficialismo que sigue gobernando sin estructura, pero con fuerte capacidad de seducción sobre ciertos sectores del pan-macrismo.

El escenario en Misiones refleja, en escala, lo que ocurre en todo el país: una oposición fragmentada, dirigentes sin rumbo claro y un oficialismo que, a pesar del ajuste y el descontento social, sigue sumando apoyos entre los desencantados. La advertencia de Macri no es solo un pase de factura, es una señal de alarma sobre el vaciamiento del capital político opositor, que se diluye entre oportunismos y deserciones.

En una provincia donde las estructuras tradicionales vienen siendo derrotadas elección tras elección por el Frente Renovador de la Concordia, la crisis de representación opositora abre aún más el margen para el oficialismo local. Y mientras tanto, los votantes siguen esperando que alguna vez, entre tantos cambios de camiseta, alguien piense en un proyecto de verdad.