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El año pasado, en el camino a la elección de la actual conducción de la CGT, quedaron varios heridos en el camino: muchos gremios no aceptaron una cúpula colegiada y se refugiaron en las 62 Organizaciones, lo que fuera antaño el brazo político de la Central obrera.
El gran impulsor de ese quiebre fue Gerónimo “Momo” Venegas, quien conduce la UATRE, sindicato que agrupa a los peones de campo. Recién el 25 de febrero pasado se regularizaron las autoridades de las 62 Organizaciones y quedaron como secretario general el propio Venegas y como su segundo, José Ibarra, de la Confederación Nacional de Conductores de Taxi. Ese día criticaron a la CGT porque “los dirigentes actuales la entregaron a la izquierda que nada tiene que ver con Perón”, en referencia a la sociedad que armaron con los movimientos sociales.
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Los otros gremios díscolos que, de acuerdo a las autoridades de las 62 Organizaciones, no se sumarán a la marcha son 81 gremios. Entre otros, además de los dos nombrados, son: Soeme (Minoridad y Educación), Supeh (Petroleros del Estado), Remiseros, Viajantes de Comercio, Personal del INTA, Farmacéuticos, UECARA (Empleados de Construcción y afines). También Vidrio, Motoqueros, jerárquicos de AFIP. Como figura conocida, uno de los que no adhiere es Omar Viviani, taxista y años atrás cercano a Moyano.
Haciendo historia contemporánea, muchos de esos gremios presentaron impugnaciones ante el Ministerio de Trabajo al Congreso Confederal que se hizo el 22 de agosto de 2016 y en el que se eligió a Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estacioneros) como los secretarios generales. Esgrimieron, entre otras, que el Confederal fue convocado sin el tiempo estipulado de antelación y que no se cumplía el cupo femenino en el reparto de cargos. Y, obviamente, rechazaron la conducción colegiada ya que, según ellos, ese no es lo que contempla el Estatuto sino que la titularidad debe pasar por una sola cabeza.
Hoy, esa grieta se mantiene porque todos estos gremios no adhieren a la movilización.
Lo explicó Ibarra a Clarín: “Pone de manifiesto su debilidad, para concretarla tuvo que acudir a partidos políticos oportunistas, movimientos sociales y un rejunte de expresiones que nada tienen que ver con el movimiento obrero organizado”. Y agregó: “Cuando el reclamo es justo para el movimiento obrero no hay que convocar a tantos sectores desperdigados: los trabajadores son sabios y si el reclamo es justo acompañarán a sus dirigentes, sin ser usados para fines espúreos. Si necesitan que la ex presidenta apoye una movilización de difusa convocatoria, siendo que cuando era gobierno a muchos de estos dirigentes ni los recibía, queda en claro que están errados y perdidos por su propia ineficiencia”.
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Y cerró: “Las 62 Organizaciones como brazo político histórico del movimiento obrero es el ámbito natural de discusión y consenso de los lineamientos políticos. La actual conducción de la CGT anti-estatutaria e ilegitima, encarnada por un extraño triunvirato, se arroga facultades para decidir entre gallos y medianoche, en forma unilateral y a espaldas de los trabajadores, políticas que solo provocarán una dispersión en la representación del movimiento obrero organizado”.
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