El error más grande de los padres ante un hijo con sobrepeso

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“¿Debería hacer algo por mi hijo o solo dejarlo comer y esperar a que pegue el estirón?”. Este tipo de preguntas pueden surgir de cualquier adulto que entiende que aquellos kilos de más quizá sean producto de la falta de crecimiento o la necesidad de un deporte en su hijo. Pero es un error. Si bien es cierto que el desarrollo y la actividad física son fundamentales, la salud de los niños no parte de parámetros genéricos y sí desde un inconveniente específico que puede aquejar a una persona por alguna razón puntual.

En este marco, la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) Argentina alertó sobre el crecimiento de la obesidad infantil en nuestro país y el impacto que tiene en los chicos la publicidad de alimentos no saludables.

Carrie Dennett, prestigiosa nutricionista estadounidense, sugirió en una de sus últimas publicaciones que no se deben realizar comentarios sobre el peso con los niños y sí conducir a los cambios de comportamiento saludables. “Los miembros de la familia han demostrado contribuir en forma negativa en relación al cuerpo y a los trastornos de alimentación de los más pequeños. Referirse en forma periódica puede conducir al aumento de peso, la obesidad y los malos hábitos en la adolescencia y -posteriormente- en la adultez”, especificó.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad ya son una pandemia a nivel global. En 2014, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 600 millones eran obesos. Entre ellos, se registraban a 41 millones de niños menores de cinco años con las mismas condiciones.

La mención de peso o el tamaño de un niño puede ser contraproducente. “En lugar de fomentar los hábitos saludables, se puede aumentar el riesgo de los atracones y la pérdida de control del peso. También saltearse comidas, el ayuno o, en la adultez, la posibilidad de que ese niño con malos métodos intente disminuir los kilos de más con pastillas o tratamientos invasivos”, explicó Dennett.

Los efectos secundarios de los comentarios relacionados con el peso no afectan sólo a los niños que sufren esa enfermedad. “Si a un pequeño sin sobrepeso se le dice que ha subido unos kilos, se corre el riesgo de que comiencen a desarrollar una imagen corporal pobre, con todas sus consecuencias potenciales. En la adolescencia se vuelven vulnerables y las normas culturales tampoco los ayuda”, aclaró la nutricionista.

En la Argentina, según el organismo, el 60% de los habitantes tiene sobrepeso y uno de cada cuatro mayores de 18 años es obeso. La OMS, ofreció en dicho estudio cifras verdaderamente alarmantes:

– En todo el mundo, el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad aumentó de 32 millones en 1990 a 42 millones en 2013. Sólo en África, el número de niños con sobrepeso u obesidad aumentó de 4 a 9 millones en el mismo período.

– En los países en desarrollo con economías emergentes (clasificados por el Banco Mundial como países de ingresos bajos y medianos) la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil entre los niños en edad preescolar supera el 30%.
– Si se mantienen las tendencias actuales, el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025.

– Sin intervención, los lactantes y los niños pequeños obesos se mantendrán obesos durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta.

– La obesidad infantil está asociada a una amplia gama de complicaciones de salud graves y a un creciente riesgo de contraer enfermedades prematuramente, entre ellas, diabetes y cardiopatías.

– La lactancia materna exclusiva desde el nacimiento hasta los seis meses de edad es un medio importante para ayudar a impedir que los lactantes se vuelvan obesos.

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