Los mosquitos podrían quedarse un mes y crece la demanda de repelente

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“Vinieron todo el día a pedir de a dos repelentes, no les importaba el precio: me quedé sin nada. No tengo ni crema, ni aerosol, ni duración normal, ni duración extra, ni para chicos. Nada”, dice Lorena detrás del mostrador de una farmacia de Constitución. En un día normal, cuenta, vende dos repelentes contra mosquitos, pero durante el fin de semana alcanzó a vender unos diez por día y agotó su stock. Hoy renovará su provisión. Lo mismo hará Graciela, que es farmacéutica del mismo barrio y que se quedó sin ninguna presentación del repelente: “Se llevaron hasta las lociones que se preparan con citronella para los bebés, no quedó absolutamente nada”, cuenta. La invasión de mosquitos silvestres que lleva casi una semana en la Ciudad aún no da tregua, y aunque los especialistas sostienen que la especie no transmite ninguna enfermedad a los humanos, las picaduras fuera de la temporada habitual multiplicaron la demanda de cualquier dispositivo que sirva para ahuyentarlos.

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“En un metro cuadrado de charco puede haber cientos de huevos de esta especie, aedes albifasciatus, que crecen donde se forman charcos que no desembocan ni en un río ni en un arroyo”, explica Nicolás Schweigmann, doctor en Ciencias Biológicas y titular del Grupo de Estudios de Mosquitos (GEM), que depende del Conicet y de la UBA. Según el especialista, “los mosquitos dejan los huevos en los bordes de un charco que luego se seca, y cuando se vuelve a llenar por la lluvia, todos los huevos eclosionan al mismo tiempo”. Para Schweigmann, esta multiplicación masiva de mosquitos -que disparó la venta de repelentes de entre 70 y 150 pesos- “puede durar hasta tres o cuatro semanas, siempre que el clima se mantenga como hasta ahora”.

El aedes albifasciatus, que estaba en esta región desde antes de que la habitara el Hombre y que se encuentra desde Río de Janeiro y La Paz, Bolivia, hasta Tierra del Fuego, se concentra especialmente en las zonas que Schweigmann define como “las más encharcadas del país”. Algunas son la laguna de Mar Chiquita de Córdoba, los valles verdes patagónicos, especialmente en Chubut, la zona boscosa de Ezeiza y los alrededores de Ushuaia. “En Mar Chiquita las múltiples picaduras pueden matar a un ternero recién nacido”, sostiene el especialista.

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Para la especie humana, el aedes albifasciatus no presenta mayores riesgos que la lesión cutánea que pueda producirse al rascarse, o, en caso de sufrir varias picaduras, una reacción alérgica. “Al contrario del aedes aegypti, que transmite dengue, zika, fiebre chikungunya y fiebre amarilla, y que se desarrolla en entornos domicilarios, esta especie no resiste en un ambiente urbano, por eso viven poco tiempo en esta zona”, sostiene Scheweigmann. Raúl Ruvkinsky, que es pediatra e infectólogo, da algunas recomendaciones: “Es importante que el Estado fumigue en parques públicos y evite que el pasto sea alto, y en el ámbito privado, es importante tratar de usar ropa que cubra todo el cuerpo, de telas con cierto grosor, y de colores claros, ya que los mosquitos se sienten más atraídos por los colores oscuros. También hay que renovar el repelente cada dos horas, o cada seis si es el de duración extra, y no rascarse para no lesionarse”.

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Schweigmann piensa más allá de las próximas semanas: “El cambio climático implicará más épocas de sequías y, después, de tormentas fuertes. Eso facilita la multiplicación de este tipo de mosquito, y en el mediano plazo tal vez haya que pensar en poner redes mosquiteras en las aberturas de las casas”. Mientras tanto, el repelente se vende como pan caliente.

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