El argentino jugó 80 minutos en gran nivel por la Champions League, pero debió ser reemplazado tras un tirón.
Benfica tenía incómodo al todopoderoso PSG en el duelo por la tercera fecha de la fase de grupos de la Champions League. Con la asfixia en el mediocampo, con la presión en la salida. Con un Enzo Fernández omnipresente, con Donnarumma dos veces héroe ante dos llegadas a fondo del local. Sin embargo, Lionel Messi volvió a colocarse la capa en el certamen de clubes más prestigioso de Europa. En el instante justo, en el momento más oportuno.
A los 21 minutos, el delantero, de 35 años, se activó. En realidad, se había encendido en un par de réplicas, pero sin sintonía fina en la compañía, sobre todo en un Mbappé todavía inconexo. Pero brotó la magia. El ex Barcelona encaró en diagonal y tocó para Kiki, quien aguantó y giró para Neymar. El brasileño, tal vez el mejor socio del astro argentino (junto con Verratti) en el equipo, lo buscó enseguida. Y el destello fue impactante.
Parado en el borde del área, tirado hacia la derecha, Messi abrió el pie izquierdo y envolvió la pelota para llevarla al ángulo superior derecho del arquero Odysseas, que sólo pudo oficiar de testigo de la genialidad. El atacante apretó el puño, recibió el abrazo de sus compañeros y confirmó su vigencia, en un inicio de temporada espectacular.
Lleva seis partidos consecutivos anotando entre el PSG y la selección argentina (con la que firmó sendos dobletes contra Honduras y Jamaica). Además, Benfica se transformó en su víctima N° 40 en la Champions League, estirando la ventaja sobre Cristiano Ronaldo, quien ostenta la marca de haberles anotado a 38 elencos distintos. Pero como en esta oportunidad no disputa el certamen (el Manchester United participa de la Europa League), la distancia se amplía.
“Majestuoso, espectacular, sensacional, sobresaliente, inigualable”, escribió la cuenta de Twitter del PSG en español para describir la obra del punta. Messi fue el mejor de su equipo de mitad de cancha en adelante, incluso armó dos acciones de altísima factura: en una asistió a Mbappé y se impuso el arquero; en otra, habilitó a Neymar, con idéntico resultado.
No obstante, una jugada encendió las alarmas en Francia y en la selección argentina: cuando encargó hacia el arco, pareció faltarle chispa para completar la acción y el remate. Enseguida fue reemplazado, a 10 minutos del final, por el entrenador Christophe Galtier, y la Pulga le susurró algo al oído. Todo parece indicar que sufrió un tirón y habrá que ver si eso le impide jugar el sábado ante el Reims por la Ligue 1.
“Me siento bien, diferente a lo que fue el año pasado y sabía que iba a ser así. Lo dije, la pasé mal, no terminé de encontrarme nunca. Y este año arranqué con otra cabeza. Más acomodado al club, a los compañeros y al juego”, había dicho en Estados Unidos, luego del triunfo ante Honduras, semblanteando lo que le ocurrió en el periodo 2021/2022, cuando tuvo que adaptarse en velocidad a un nuevo club y a un nuevo entorno tras su inesperada salida del Barcelona.
Resta saber si la molestia le pondrá un freno al envión que trae el capitán albiceleste.