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EEUU va a las urnas con los republicanos como amplios favoritos frente a los demócratas

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Se quedarían con el control de la Cámara baja y del Senado, además de gobernaciones estratégicas. Trump ya es virtual precandidato para 2024.

Tras meses de comicios primarios, eventos de campaña y recaudación de fondos, finalmente llegan este martes las elecciones de mitad de período en Estados Unidos, donde se decidirá el control del Congreso y los gobiernos de varios estados. Los republicanos, que están claramente en ascenso, esperan ganar la mayoría en las dos Cámaras del Congreso. Hoy están empatados en el Senado y son minoría en Representantes. Además aspiran a ganar varias gobernaciones de primera línea. De trasfondo, sobrevuela la precandidatura casi segura de Donald Trump para las elecciones presidenciales de 2024. De ahí que el presidente Joe Biden y el ex presidente Barack Obama se hayan puesto la campaña al hombro en distritos clave, como Pensilvania. Debido a lo reñido de varias contiendas y los conteos de votos prolongados, podrían pasar días o semanas antes de que se conozcan los resultados definitivos.

Los republicanos vaticinan una victoria abrumadora mientras los demócratas tratarán de defender sus estrechas mayorías en el Congreso, ante el descontento general en torno a la economía, la delincuencia y el liderazgo del presidente Joe Biden. Los demócratas albergan esperanzas de que la reacción popular contra la decisión de la Corte Suprema de anular el derecho al aborto los salvará. Pero la reacción popular contra ese fallo se está disipando y la sociedad hoy está más preocupada por la economía, el empleo y la inflación.

El actual ambiente político ha abierto la competencia inusitadamente y los republicanos envalentonados ahora tratan de incursionar en baluartes demócratas como Nueva York, California, Nuevo México y el estado noroccidental de Washington. Aun así, las contiendas más llamativas son las de Arizona, Georgia, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, que podrían ayudar a decidir la elección presidencial de 2024.

Debido a lo reñido de varias contiendas y los conteos de votos prolongados, podría tardar días o semanas antes de se conozcan los resultados definitivos.

Todo apunta a una victoria abrumadora de los republicanos, admite la agencia Associated Press. “Pero queda por ver si será una ola o un tsunami”, agrega la agencia.

Los votantes en su gran mayoría son pesimistas sobre el rumbo del país, en medio de una alta inflación y una severa polarización política. La inflación está en el 8.2% anual, lo que motivó una seria suba de tasas de interés de parte del Banco Central o Federal Reserve (Fed), lo que a su vez enfría la economía y hace caer el empleo. Y la tendencia histórica es que en malos tiempos económicos los votantes se desquitan con el partido en el poder.

Desde hace más de un siglo, casi siempre el partido que está en la Casa Blanca sufre reveses en la primera elección legislativa, con las excepciones de 1934 durante la Gran Depresión; en 1998 durante el esfuerzo por destituir al presidente Bill Clinton; y en 2002 tras los ataques terroristas del 11 de septiembre.

En cierto momento los demócratas llegaron a esperar que la decisión sobre el aborto revertiría la tendencia histórica —o al menos limitaría sus derrotas— pero sus dirigentes ahora se han expresado más preocupados.

Funcionarios de ambos partidos vaticinan que los republicanos tomarán el control de la Cámara de Representantes, para lo cual necesitan una ganancia neta de apenas cinco escaños. Pero si ocurre una oleada republicana, el partido podría llevarse hasta 25 bancas o más. Percibiendo la oportunidad, grupos republicanos han invertido millones de dólares en distritos de tendencia demócrata en California, Nueva York, Illinois y Pensilvania.

La contienda por el Senado es todavía más reñida. Los republicanos necesitan ganar solo un escaño para controlar la Cámara. Los demócratas luchan cuesta arriba para defender a sus legisladores en Arizona, Georgia, Nevada y Nueva Hampshire, y los republicanos creen que, además, podrían ganar en Colorado y en el estado de Washington.

Las probabilidades de los republicanos están un poco limitadas por candidatos deficientes en Arizona, Georgia y Nueva Hampshire que han recibido el respaldo del expresidente Donald Trump.

Pensilvania es la mejor oportunidad para los demócratas de arrebatarle un escaño a los republicanos, mientras que siguen cerradas las contiendas por escaños de republicanos en Carolina del Norte y Wisconsin.

Al mismo tiempo, las elecciones para cargos locales como los gobernadores y los secretarios de Estado esta vez han cobrado una importancia inusitada. El actual ambiente político tiene a los republicanos confiados de ganar las gobernaciones en estados tradicionalmente demócratas, como Oregon y Nuevo México. Si se concreta una ola republicana, los demócratas podrían estar en retirada en todos lados.

El fallo de la Corte

Luego que la Corte Suprema anuló en junio pasado el histórico fallo “Roe vs. Wade” de 1973 sobre la despenalización del aborto, los republicanos —incluyendo a Trump— expresaron en voz alta que el descontento popular afectaría a su partido en las elecciones. Y han surgido indicios de que muchos votantes —mujeres suburbanas y los más jóvenes, particularmente— fueron energizados por esa decisión y prometieron votar por demócratas. Pero más de cuatro meses después de esa decisión judicial, su efecto político parece estar esfumándose.

En semanas recientes los candidatos demócratas han abandonado el aborto como tema de campaña y se han centrado más en la economía y en la necesidad de proteger los beneficios sociales. Y algunos funcionarios electos, entre ellos el senador por Vermont Bernie Sanders, un demócrata independiente de izquierda, han advertido que los demócratas han dependido demasiado en el tema del aborto para animar a sus partidarios.

Este lunes, ya habían votado más de 35 millones de ciudadanos mediante el mecanismo de voto anticipado.

Un “oligarca” ruso confiesa que interfirió a favor de Trump

Yevgeny Prigozhin, un empresario ruso muy cercano al Kremlin, lo que se llama un “oligarca” admitió que interfirió en las elecciones estadounidenses de 2016 y dijo que continuará haciéndolo, confirmando por primera vez las acusaciones que rechazó por años. El “oligarca” es el dueño de la empresa de mercenarios Wagner, muy activa en Ucrania.

“Hemos interferido, estamos interfiriendo y seguiremos interfiriendo. Con cuidado, precisión, cirugía y a nuestra manera’’, dijo con arrogancia Prigozhin —conocido como el “chef de Putin’’ por su empresa de catering— en declaraciones publicadas por sus voceros en las redes sociales. La admisión voluntaria y desafiante, no llega en buen momento para los republicanos, justo en vísperas de las elecciones de medio término en EEUU. Rusia tuvo un rol decisivo en la victoria de Trump en 2016 con sus hackers y ahora Prigozhin viene a confirmarlo.

El, una docena de ciudadanos rusos y tres empresas rusas fueron acusados de hacer una campaña encubierta en redes sociales antes de las elecciones presidenciales de 2016, que ganó Trump. Además, los hackers del Kremlin “pincharon” los correos electrónicos del Partido Demócrata y de su candidata, Hillary Clinton, y su publicación benefició objetivamente a Trump. Y este, sistemáticamente, se negó a condenar la infiltración de Rusia en la campaña.

Los rusos fueron acusados en 2018 en la investigación del fiscal especial estadounidense Robert Mueller sobre la interferencia electoral rusa. En 2020, el Departamento de Justicia desestimó los cargos contra las firmas acusadas, pero no por considerarlos inocentes: dijo que era un juicio sin perspectiva de castigo real y significativo. Prigozhin había negado su participación en la interferencia electoral hasta ahora. En septiembre aceptó ser el dueño y fundador del Wagner Group, algo que antes había negado.