Buenas señales. Eso dejó el primer amistoso de pretemporada del Boca de Guillermo Barros Schelotto, que tiene en el horizonte las semifinales de la Copa Libertadores. El triunfo por 2 a 0 ante Olimpia aquí en Salta sirvió para mucho más que para sumarle minutos de fútbol a un plantel en ablande después de varias semanas de trabajo físico intenso. Hubo buenas noticias para Boca en el Padre Martearena. Un puñado de guiños positivos.
Las presentaciones de Darío Benedetto y de Fernando Zuqui, dos de los tres flamantes refuerzos, dejaron buenas impresiones. El ex delantero del América de México entró rápido en el circuito ofensivo que propuso el Mellizo y mostró su versatilidad para jugar sobre el sector derecho (en la primera parte se paró como un extremo definido) y también dejó en claro que puede ser un hombre de área. Estuvo cerca del gol, pero lo que más conforme dejó al técnico es que se entendió en ese primer rato que compartió la cancha con Tevez. En él invirtió Boca para que sea quien haga olvidar a Daniel Osvaldo.
Zuqui también mostró sus pergaminos. Al buen futbolista que llegó de Godoy Cruz se lo observó aplomado, sin presiones. Metió la pierna fuerte por momentos, quizá acelerado, y hasta pudo haberse ido expulsado. Se paró como interior por la derecha y cooperó bastante con el mediocampo. Pisó mucho menos el área de lo que mostró en Godoy Cruz, pero en un partido que pocas veces se salió del libreto de un amistoso, Zuqui (y todo Boca) jugaron con la seriedad de un equipo que sabe que está en la búsqueda de un objetivo más grande en el corto plazo.
El golazo de cabeza de Daniel Díaz (importante en las dos áreas) sirvió como un primer mensaje para avisar que la pareja de marcadores central puede aportarle ese juego aéreo en el área rival que tanto pide el entrenador. En esa última línea, el flojo rendimiento de Gino Peruzzi en el mano a mano fue la mueca de preocupación que se llevó Barros Schelotto de Salta.
Las más de veinte mil almas presentes fueron otra demostración del arraigo de Boca en esta provincia y Tevez, el Mellizo y Daniel Díaz fueron los más ovacionados de una noche que dejó también otras virtudes en el conjunto azul y oro.
Nicolás Lodeiro y Andrés Cubas, dos de las bajas sensibles que el equipo extrañó en las series frente a Cerro Porteño (el uruguayo sólo jugó el encuentro de ida) y Nacional de Uruguay porque estaban lesionados, volvieron en el nivel que se espera de ellos. Cubas se paró en el centro del mediocampo y desde allí se sintió cómodo el resto de la mitad de la cancha. Cuando salió, su lugar lo ocupó Jara. Lodeiro se paró como extremo por la izquierda y dejó pinceladas sin rastros de dolor por su operación de meniscos. Con ellos Boca recuperó dos piezas clave. Pavón, otra vez determinante con su velocidad, y Chávez, para entrar y convertir (y errar mucho también), entraron bien y se fueron con sonrisas. Como todo Boca.