Bolt brilló en los 200 metros y agiganta su leyenda

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Bolt, que llegó a ocho medallas doradas olímpicas, fue escoltado por el canadiense Andre De Grass, con 20,02, y el francés Christophe Lemaitre, con 20,12.

Bolt, que no participó en el mediodía de ayer de las semifinales de la posta 4×100, en la cual Jamaica clasificó a la gran final sin que le sobrara nada, buscará en la noche de hoy poder completar el triplete dorado en 100, 200 y los relevos, lo cual ya logró en Beijing 2008 y en Londres 2012.

Es que el hombre más rápido sobre la tierra no vino a la capital carioca solo para hacer gala de todo su carisma y su personalidad; vino para confirmar que es el mejor velocista y el mejor atleta de todos los tiempos.

El astro, de 29 años, que pasó la clasificación al ganar su semifinal con un tiempo de 19.78, la mejor de todos los finalistas y su mejor marca del año, brilló una vez más sobre la pista azul del Estadio Olímpico de Engenhao.

La expectativa era por demás enorme, ya que el ‘Rayo’ jamaiquino había anunciado que en la final intentaría bajar los 19 segundos, para batir sus propios récords del mundo (19,19) y olímpico (19,30).

La leve llovizna que empezó a caer minutos antes del inicio de la competencia no hizo que nadie se moviera de sus lugares y, por el contrario, le agregó otro condimento y cierta épica a la competencia, en la cual Bolt corrió por el andarivel 6.

Desde su ingreso, Bolt fue el eje de todas la miradas y se robó todos los flashes, lo cual fue ratificado en el momento en que fue presentado, arrancando el alarido de las 40 mil personas presentes en el estadio.

Bolt aceleró desde el disparo de largada y dominó los 200 metros de principio a final, con holgura, pero buscando en todo momento cumplir con su palabra, ir en busca de la nueva marca. Clavó el cronometro en 19.78. No lo consiguió, por eso, el enojo y los gestos de enojo una vez que cruzó la meta.

El ceño fruncido y el gesto de disgusto fueron la foto que se vio en cuanto miró el reloj y se dio cuenta de que no había podido cumplirle a la gente.

“¡Usain Bolt! ¡Usain Bolt!” estalló el público ni bien su imagen apareció en la pantalla gigante del Engenhao y él, que conoce el negocio como nadie, les devolvió el aliento con reverencias y dando una vuelta olímpica bajo la lluvia cubriéndose con una bandera de Jamaica, haciendo que haber comprado la entrada valiera la pena.

Se acercó a las tribunas, se sacó fotos, repartió besos e hizo que todos lo admiraran como lo que realmente es, el atleta más convocante del planeta y, que mañana intentará escribir la historia más grande del atletismo moderno.

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