Con apenas dos años en la primera división de Brasil, hace una semana el equipo que todo Brasil observaba con asombro logró su máxima conquista deportiva: eliminó a San Lorenzo en la semifinal de la Copa Sudamericana y se disponía a jugar la ida de una final soñada -y decisiva- en Medellín, contra Atlético Nacional.
Asociación Chapecoense de Fútbol es el nombre oficial del equipo conocido como “El Verde del Oeste”, y el “Huracán del oeste”, fundado en 1973 y que pasó la mayor parte de su historia en las divisiones menores del fútbol brasileño. De hecho, luego de una crisis que sufrió en los primeros años de la década pasada, el Chape jugaba la Serie D del Brasileirao en 2009.
Su dimensión de club chico quedó clara a la hora de programar la final con Atlético Nacional, ya que debía abandonar su pequeño estadio, el Arena Condá, para el partido de vuelta contra el equipo colombiano por no contar con el requisito mínimo de albergar 40.000 espectadores, como exige la Conmebol.
La ciudad de Chapecó tiene 200.000 habitantes y sus hinchas están influenciados por el fútbol argentino, al punto que algunos cantitos de la tribuna son hechos con palabras en español y siguen los ritmos de las hinchadas argentinas.
En 2006, Chapecó ganó la Copa Santa Catarina y en 2007 se impuso en el campeonato estadual al vencer a los grandes de su región, como Avaí y Figueirense, de Florianópolis; Joinville y Criciúma. El año pasado había sido eliminado por River Plate en cuartos de final de la Sudamericana, pero este año el entrenador Caio Junior juntó hombres de experiencia -como Cleber Santana, ex Atlético Madrid- con jugadores del club y los resultados hacían ilusionar a toda una ciudad, que hoy está de duelo