Cuando la NBA desborda de adrenalina, Ginóbili vuelve a disfrutar jugar a todo o nada

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Se acabó lo que se daba. Pasaron 1.230 partidos en 170 días. Pasó mucha agua bajo el puente desde que el campeón Cleveland le ganó 117-88 a esa banda llamada New York Knicks el 25 de octubre de 2016. Pasó la polémica por el descanso que muchos entrenadores les dieron a sus estrellas en varios partidos, siguiendo el ejemplo de Gregg Popovich, para la histeria de las cadenas de televisión que transmitían encuentros sin figuras. Pasaron las trompadas entre Serge Ibaka y Robin Lopez en Toronto-Chicago. Pasaron los 70 puntos de Devin Booker (Phoenix) ante Boston. Y pasó el récord de 42 triple-dobles de Russell Westbrook, aplaudido hasta por Oscar Robertson, a quien le quitó esa marca en una temporada, pero no su aura de leyenda. Pasó de todo en la 71° temporada regular de la NBA, que por tercer año consecutivo batió el récord de espectadores en los estadios: 21.997.412. Pero no pasó nada. Se viene la verdad de la milanesa. Los playoffs. Lo que vale.

“Ahora se viene lo bueno. El momento en el que si ganás, seguís, y si no, te volvés a casa. Cada partido vale”. El resumen de Emanuel David Ginóbili no es muy original, claro está. Pero escrito por el bahiense toma otro sentido, porque a los 39 años y 261 días, Manu saldrá hoy a las 21 de la Argentina jugar los 14° playoffs de su idílica carrera en la NBA, en la que sólo se perdió los de 2009 por una fractura por estrés en el peroné derecho. Cuando San Antonio, segundo en la Conferencia Oeste, reciba a Memphis (séptimo), el argentino estará ante su 198° encuentro de postemporada.

De tan natural que se ha hecho hablar de la gesta deportiva de Manu en la mejor liga de básquetbol, aún se pierde el sentido inaudito de lo que implica semejante vigencia para el segundo jugador de mayor edad en la NBA. Ginóbili es el décimo jugador con más partidos de playoffs en la historia de esa liga. Algunos de los “perejiles” con carreras para el bronce pero que jugaron menos que Manu en la pretemporada son Karl Malone (193), Magic Johnson (190), Julius “Doctor J” Erving (189), Robert Parish (184), John Stockton (182), Michael Jordan (179), Kevin McHale (169) y Larry Bird (164).

Para los fanáticos de las estadísticas, los números ubican a Ginóbili entre los 40 mejores en otros rubros de los playoffs de la NBA: tercero en triples (309), 14º en robos (269), 17º en libres (792), 25º en asistencias (772), 28º en puntos (2.903), 31º en minutos jugados (5.684) y 38º en tiros de campo (901). Punto final para las cifras. Es hora de hablar de conceptos.

Manu construyó su leyenda con una trayectoria prolífica en logros -con títulos y cifras asombrosas que van de la mano, claro-, pero con un liderazgo notable ejercido en San Antonio con la acción y con la palabra. Dentro y fuera de las canchas. Por eso si bien su rol trocó completamente de unos años a esta parte, no hay compañero que no marque la impronta del argentino en los Spurs. “Lo voy a exprimir como a un pan de jabón hasta que no quede nada”, reconoció hace poco Popovich, constructor de este equipo mítico en la NBA. Es una buena analogía para explicar lo que lo hizo sudar Manu en sus primeros años mozos con jugadas fuera de libreto que hicieron que Pop se rindiera y bajara la guardia.

Ginóbili es uno de los ocho jugadores que suman al menos 2.500 puntos, 750 rebotes, 700 asistencias y 250 robos en playoffs. ¿Los demás? Kobe Bryant, Scottie Pippen, Magic Johnson, Michael Jordan, Larry Bird, LeBron James y Clyde Drexler.

Si el bahiense llegó a tanto, lógicamente, fue por ser parte del trío más ganador en la historia de los playoffs, ya que junto a Tim Duncan y a Tony Parker se quedaron con 126 partidos. Pero el “21” ya no está, el francés también cambió su rol y Manu va camino a que cuelguen la “20” del techo del estadio AT&T Center. ¿Cuándo? Sólo él lo definirá. “Nunca dije que me retiraría o que no. Sólo esperaré y veré. Ganar o no el título no cambiará lo que decida en el futuro”, avisó.

Será cuestión, entonces, de disfrutar estos playoffs como si fueran los últimos de Emanuel Ginóbili. O no, ¿quién lo sabe?

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