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Luis Salméron es uno de los máximos goleadores de la historia de Ferro, pero también tuvo un paso por el Shanghai Shenhua en el 2011, donde jugó 28 partidos y marcó 12 goles. Seis años pasaron para que otro argentino tocara tierra asiática con la camiseta del Shenhua. Es el caso de Carlos Tevez, quien arribó a fines de 2016, el 28 de diciembre, justo el día de los inocentes.
“Cuando yo fui estaba muy organizado, ahora debe estar más avanzado que en ese momento. Creo que a él (por Tevez) lo van a tratar como una figura mundial, lo van a tener entre algodones, creo que la va a pasar bien aunque es difícil adaptarse”, comenta el Pupi sobre el Apache en diálogo con Clarín.
“Cuando decidí irme a China yo estaba en Mendoza, jugando en Independiente Rivadavia. Era la tercera vez que los chinos se fijaban en mí, antes yo había dicho que no, claramente. Vinieron siempre del mismo equipo a verme.
Decidí irme porque yo estaba con mi mujer y mi hija (de dos años en ese entonces) y en ese momento no teníamos nuestra casa y fuimos a armar nuestra vida allá. La verdad es que me fui con mucho miedo, no sabía con qué me iba a encontrar. Al final todo me sorprendió para bien, me tocó estar en una ciudad de primer mundo, sumamente actualizada. Sufrí más el extrañar a la familia que otra cosa. Con mi familia la pasamos bien, fue una linda experiencia. El fútbol de allá es muy bueno”, agregó el delantero.
“Lo que más me llamó la atención fue su organización. Shanghai tiene más habitantes que Argentina y están organizados. Andan las motos para todos lados, bicis, autos y se manejan y son laburadores y cuando quieren hacer paro trabajan más de lo habitual. No es como acá”, concluye Salmerón.
-¿Por qué crees que en China se están llevando a tantos jugadores argentinos?
-Porque son potencia mundial y quieren serlo en todos sus rubros. Creo que con el tema del fútbol no se quieren quedar atrás, el país es muy rico y los clubes no tienen problema en poner mucha cantidad de dinero por jugadores. También se ve en los estadios, son hermosos, de nivel europeo; el nuestro parecía un teatro.
“No aprendí nada del chino, me manejaba a lo indio o con señas. En el club había un traductor por suerte”, recuerda el delantero.
Dentro del mundo culinario asiático, el Pupi se dio el gusto de probar algunas cosas extrañas. “Me animé a comer cocodrilo y sopa de aleta de tiburón; tortuga, de todo. Al igual que ellos probaron de mis mates. La verdad es que tuve buena onda, dentro de todo con lo poco que nos entendíamos”.
-¿Cómo es el hincha chino?
-La verdad es que no tengo ni idea, ja ja. Cuando jugábamos de local hacían mucho bochinche y llevaban sus banderas. Pero si me insultaban ni me daba cuenta. Solo cuando hacía goles coreaban mi nombre, eso es lo único que entendía. Pero los chinos eran cero violentos.
El cordobés pasó por cuatro etapas en Caballito, donde se dieron sus comienzos con el fútbol, en 1999. Su primera etapa culminó en 2004. Luego pasó un año por Atlanta finalizando en el 2005 para volver a Ferro por segunda vez, hasta 2006. De ahí se fue a Tigre (jugó un año) y retornó a Ferro. Tuvo dos pasos por su tierra natal usando la camiseta de Talleres de Córdoba. Jugó en Banfield y tuvo tres pasos en el exterior, en Chile jugando para Santiago Wanderers, en China en el Shenhua y en Venezuela vistiendo los colores del Atlético. Actualmente se encuentra en el club de sus amores, Ferro.
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