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Independiente venció a Racing el domingo en el clásico de Avellaneda y este martes en una esquina de la localidad bonaerense apareció colgado de un semáforo un maniquí femenino con la camiseta de Racing, una bolsa sobre la cabeza y un cartel con la leyenda “puta violada”. Misógino y violento. Aberrante.
Ya no se trata de violencia en el fútbol únicamente, o una “cargada” que forma parte del mal denominado folklore del fútbol. Es un problema social en tiempos en que el lema #NiUnaMenos se hizo carne, pero la violencia contra la mujer no se detiene.
Los femicidios de Micaela García, en Gualeguaychú, y de Araceli Fulles, en José León Suárez (por citar los últimos con mayor cobertura mediática) conmocionaron a una multitud que se indigna por televisión y descarga su bronca por Twitter. En los primeros 28 días de abril, había habido 28 femicidios en Argentina.
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En el fútbol no todo vale y el mensaje de los hinchas de Independiente en Avellaneda trasciende las líneas de cal. El sociólogo Sebastián Cardella, en diálogo con el sitio El Equipo, explicó la teoría de Pablo Alabarces y José Garriga Zucal -entre otros expertos en la materia- sobre la cultura del aguante: “Responde a tres ejes: en primer lugar, el aguante es una estética, una manera de concebir al cuerpo, en el que lo legitimo es ser un tipo groso, gordo, donde las cicatrices son emblemas y orgullos. Una estética que tiene mucho también de carnavalesco, con sus disfraces, pinturas, banderas y fuegos artificiales. En segundo lugar, es una retórica, en tanto estructura todo un lenguaje basado en la metáfora de la sexualidad, un lenguaje profundamente machista, el aguante nos pide que tengamos huevos. Y también es una ética, un sistema moral que divide el mundo en amigos y enemigos, en buenos y malos, cuya diferencia puede saldarse con la muerte. Dentro de esta lógica, la violencia, entonces, no es una excepción, sino la regla. Ella se ejerce en determinados contextos y es legítimo y recomendado hacerlo, aquellos en los que es necesario manifestar el propio aguante, algo que solo puede demostrarse en el combate con otras hinchadas”.
Según la Asociación Civil La Casa del Encuentro, que hace un relevamiento sobre los femicidios que se cometen en Argentina, en 2016 hubo 290 mujeres asesinadas. Paula Rodríguez, autora del libro #NiUnaMenos de Editorial Planeta, afirmó a Clarín:“Estos chistes pasados de rosca generan rechazo, pero ponen en acto o desnudan cosas que en verdad se ejercen sin nombrarse o sin ilustrarse de un modo tan elocuente. Cuando se pasa al acto está tan aceptado y naturalizado, que de algún modo produce rechazo, pero no hace otra cosa que poner en escena una moral habitual“.
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Rodríguez agrega: “Que se exprese con un maniquí de una mujer lleva implícito lo que la relación es: cuando algo masculino domina a otro masculino lo tiene que personificar como una mujer”.
La antropóloga argentina especialista en temáticas de género y autora del libro Las estructuras elementales de la violencia, Rita Segato, en una entrevista con La Vanguardia sentenció: “El violador es el sujeto más vulnerable, más castrado de todos, que se rinde a un mandato de masculinidad que le exige un gesto extremo, un gesto aniquilador de otro ser, para poder verse como un hombre, para poder sentirse potente y verse al espejo y pensar que merece el título de la hombría”.
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