Quedaron muy atrás esos paseos placenteros que terminaban con compras o con alguna comida en un restaurante o la casa de algún amigo o familiar en alguna de las dos ciudades.
Por estos días, cruzar el puente es un verdadero calvario y hasta un riesgo para la vida. Aquel paseo de un par de horas, que sólo demandaba unos cuantos minutos en la frontera, hoy se transformó en un viaje, a veces, de un día entero. Del cual, más de la mitad del tiempo se pasa en las filas para atravesar las fronteras. A esto hay que sumarle el riesgo que provocan algunas malas maniobras de tránsito que se realizan a la vista de Gendarmería Nacional, que tiene la potestad de la seguridad del ducto, y que no toma medidas al respecto.
Largas filas y avivados
Largas filas, de tres o cuatro horas, hay que realizar para pasar de Posadas a Encarnación. Peor será en el sentido contrario, ocasión en que casi siempre el paso es más lento y caótico, producto de los mecanismos migratorios del lado argentino, que no dan abasto para la gran cantidad de gente que día a día traspone la frontera.
Tampoco aguanta la infraestructura del sector de frontera y las comodidades son escasas. En realidad nulas si la espera se centra principalmente a la vera de la ruta.
Para el viajero que quiera ir de compras, o simplemente a pasear, la travesía con forma de calvario comenzará en las largas filas de autos del lado argentino. Nadie del Estado nacional, a quien corresponde el control y mantenimiento de la frontera y de todo el trayecto previo al paso de frontera, se preocupa por mantener la limpieza o por dotar a los automovilistas acalorados de baños químicos.
Diferente es la situación en la vereda de enfrente, donde la larga espera se puede ver amenizada por funcionarios de la Municipalidad de Encarnación que se acercan a brindar refrigerios a quienes pueden llegar a esperar entre cinco y seis horas para volver a la Argentina.
Tras largas horas de fila bajo el sol misionero, quien llega al acceso al centro de frontera puede encontrarse con quienes lograron reducir ese calvario a una espera de apenas minutos. Los viajeros los llaman “los acomodados”. Según denuncian, se trata de personas que apenas llegan a la zona de frontera pasan de largo las filas de varios kilómetros y son acomodadas en posiciones favorecidas a las puertas del centro de frontera. Por estas maniobras los viajeros apuntan a la Gendarmería Nacional, que desde un puesto de control regula el acceso al centro de frontera. Los viajeros molestos también apuntan contra la fuerza de seguridad por adelantamientos al regreso.
En el sentido de circulación entre Encarnación y Posadas, la Gendarmería toma el control del tránsito luego de la línea imaginaria que marca el límite. Es sabido que los colectivos del servicio internacional siempre han tenido privilegios, razonables en cierto punto porque de no permitirles el adelantamiento, el servicio quedaría sin coches circulando antes del mediodía. Por ello, en un momento determinado, se corta por unos segundos el acceso al carril Posadas-Encarnación para que los colectivos lo utilicen y avancen. El problema, que genera una gran cantidad de reclamos en especial en las redes sociales, es que detrás de esos colectivos se suman los ya mencionados acomodados, los taxis y hasta los moto-taxis, generando un riesgo en el tránsito y la ira de quienes llevan horas esperando su turno para avanzar.
Mientras tanto, en la otra orilla, hay denuncias por la presencia de “coleros”, es decir, personas que se forman en la fila de autos para después vender ese lugar, u otros que vestidos de supuestos agentes de tránsito ofrecen adelantamientos en la fila a cambio de entre 300 y 500 pesos.
La culpa es argentina
Desde la vecina ciudad aseguran que la lentitud en la frontera es responsabilidad de la Argentina. El responsable de sostener esto fue Blas Arzamendia, encargado del puesto de control del puente internacional en la vecina orilla.
En diálogo con el diario ABC Color de Asunción, el funcionario del vecino país afirmó que “el trámite del lado argentino se retrasa demasiado, por ello las filas de vehículos que desean salir de nuestro país son muy largas. En Paraguay tenemos controles muy agilizados, lleva un tiempo mínimo”.
En la ciudad paraguaya son muchos los que consideran que transformar el paseo entre estas ciudades hermanas en un calvario es una maniobra del gobierno argentino para desalentar las compras en Encarnación, compras que comenzaron luego de una serie de medidas macroeconómicas del gobierno nacional, un gobierno que al implementarlas no midió las consecuencias que tendrían para las economías de frontera.
Once millones de pases colapsaron la frontera
El sistema de frontera de Posadas no se encuentra preparado para sobrellevar con un poco de normalidad las consecuencias de las asimetrías económicas que provocaron las políticas implementadas por el gobierno nacional, y que empujaron a una gran cantidad de argentinos a realizar compras más baratas en la otra orilla.
Esto, sumado a que Encarnación se transformó en un polo turístico de gran magnitud y hoy atrae a visitantes que no necesariamente van a comprar, sino que sólo quieren dar un paseo de verano.
En total, durante el 2016 circularon por el puente internacional San Roque González de Santa Cruz 11.157.846 personas, en uno y otro sentido.
Según datos de la Dirección Nacional de Migraciones, se registraron 5.549.758 de egresos, en tanto que los ingresos sumaron un total de 5.608.088.
Para todo este tránsito, Migraciones tiene dispuestas ocho ventanillas para trámites de automovilistas y seis boxes para los colectivos.
En tanto que para el ingreso hay cuatro casillas para vehículos y cinco boxes para los pasajeros de colectivos.
La poca cantidad de casillas para el ingreso al país, que además no siempre están en pleno funcionamiento, ni siquiera en tiempos de temporada alta como la que se están atravesando, explican en buena parte la lentitud con la que se atraviesan las fronteras en esta parte del país.
Las colas de automóviles que esperan de uno y otro lado de la frontera llegaron a cubrir más de 15 kilómetros, y la espera, en los peores momentos, alcanzaron las ocho horas.
Por el momento no se conocen medidas de Migraciones o Aduanas que vayan a agilizar la circulación en la frontera, en especial para el ingreso a Argentina.
Se habló a mediados de año de llevar los controles migratorios del país al lado vecino del puente, donde hay más espacio para ampliaciones. Pero de momento, no hubo avances respecto de esta posibilidad.
Este movimiento en el paso internacional representa una importante pérdida de dinero en el mercado interno.
Por estos motivos, se estima que durante el 2016 se fugaron del país unos 9.600 millones de pesos a manos de argentinos que para “hacer rendir” el sueldo decidieron hacer compras del otro lado de la frontera.
Esta situación, además, acarrea un grave problema a las reservas nacionales, teniendo en cuenta que la debilidad del peso como moneda hace que los comerciantes paraguayos que reciben pesos en la otra orilla, vengan a la Argentina a comprar dólares en una relación peso/dólar mejor que la que rige en Paraguay.