Los asesinos seriales de Itaembé Miní: el violento dúo que conmocionó a Misiones en los años 80

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Ramón Domínguez y Adolfo Luis “Lauchín” Rodríguez, también conocidos como “los asesinos de Itaembé Miní”, protagonizaron una serie de crímenes que marcaron la historia de Misiones.

Ramón Domínguez y Adolfo Luis “Lauchín” Rodríguez fueron los protagonistas de cinco homicidios, decenas de robos e incontables violaciones durante la década del 80 en Misiones. También conocidos como “los asesinos de Itaembé Miní”, por la zona del arroyo donde actuaban, basaban su modus operandi bajo la figura de supuestos gendarmes.

Fotos: captura Archivo Criminal: Los asesinos de Itaembé Miní

En rigor, su accionar era despiadado: disfrazados con uniformes color verdefingían operativos nocturnos de tránsito, detenían a las parejas que se acercaban con sus autos a la zona del aeroparque de Posadas, los obligaban a trasladarse a lugares apartados de la ciudad, les robaban, abusaban de ellos y a algunos los mataban.

El primer doble homicidio que perpetraron ocurrió el 23 de julio de 1980 contra una joven llamada Wilfrida Noemí Lenguaza, de 21 años, y su pareja, Gustavo Omar Bolano, de 20, quienes habían salido a pasear y fueron interceptados por los presuntos gendarmes en inmediaciones del centro local.

No solo les robaron. Los malhechores los llevaron a un descampado donde fueron abusados y asesinados a martillazos y puñaladas. Los cuerpos fueron descubiertos al día siguiente. Él tenía el cráneo destrozado. Ella había sido degollada y tenía la cabeza casi separada del cuerpo.

Wilfrida Noemí Lenguaza tenía solo 21 años.

Wilfrida Noemí Lenguaza tenía solo 21 años.

Para las autoridades locales el crimen fue un completo misterio y no tenían pistas de sus autores. Al mismo tiempo, a Ramón Domínguez y Adolfo Luis “Lauchín” Rodríguez bajaron el perfil y se les perdió el rastro hasta en 1982, cuando sus impulsos se desataron y, según la prensa local, comenzaron un frenético raid.

De acuerdo al medio local El Territorio, el 14 de febrero de ese año robaron a una pareja en el acceso al viejo casino. Casi un mes más tarde, asaltaron en la misma zona a otra pareja y violaron a la menor. Cinco días después, Domínguez asesinó a piedrazos en la cabeza a Ricardo Marcelino Núñez, uno de sus cómplices, quien había amenazado con delatarlos.

En agosto, robaron una escopeta tras un caso de hurto en el paraje Fachinal. En noviembre volvieron a asaltar a otro par de novios en el acceso al viejo casino, hecho que se repitió en diciembre de ese año contra dos nuevas personas. Desatados, continuaron con sus fechorías en 1983, contra otros dos jóvenes que sufrieron un atraco detrás de un motel.

El último de sus actos de crueldad registrado ocurrió el 15 de enero de 1983, con el doble homicidio de Laura Silvana Sirimarco, de 17 años, y Fernando Aníbal Marín, de 20, en cercanías al arroyo Itaembé Miní

Ambos pertenecían a dos familias tradicionales de la sociedad de Posadas. Él era estudiante de medicina y ella todavía iba al colegio secundario. Se cree que esa noche salieron a pasear en su auto, cuando se toparon los presuntos oficiales.

Fue una mujer que caminaba rumbo a su trabajo por un camino próximo al arroyo la que encontró sus cuerpos. Ambos presentaban lesiones cortantes y disparos de armas de fuego. Poco después, en un paraje alejado, la Policía halló su Renault 12.

Los asesinos fueron descubiertos por la corredera de una escopeta encontrada en la escena. El objeto tenía el número de serie con el que se pudo descubrir al titular y luego a la persona que la portaba.

Con el tiempo, se empezaron a conocer más crímenes de los asesinos. En rigor, se supo que Lauchín Rodríguez había regresado a Misiones en 1978 tras matar a su esposa años antes. La mujer había sido estrangulada después de una discusión.

Se cree que perpetraron también, decenas de violaciones contra hombres y mujeres en Posadas, muchas de las cuales no fueron denunciadas por vergüenza.

Los dos hombres fueron condenados y pasaron 25 años recorriendo las cárceles de Misiones, La Pampa, Devoto y Chaco, entre otras. En 2008, recuperaron su libertad.

Ayelén Bonino – América24