Todo sucedió en la provincia de Heilongjiang, en el noroeste del país. Durante una semana, la chica le envió fotos y vídeos a una tía exigiendo dinero a cambio de liberar a la cautiva, pero para cuando consiguió su objetivo su madre ya estaba muy grave.
Finalmente, Chen llamó a una ambulancia y huyó, aunque tras conocer la muerte de su madre se entregó a la Policía. El padre estaba hospitalizado después de que ella lo apuñalara en un incidente anterior.
Según su declaración frente a las autoridades, la joven quería vengarse porque sus padres la habían internado contra su voluntad en un polémico centro de recuperación para adictos a Internet, situado en Shangdong (a unos 1000 kilómetros de su ciudad), y que antiguos internos han criticado en numerosas ocasiones por la brutalidad de sus métodos, que incluyen palizas y descargas eléctricas.
En un blog, la chica denunció que fue metida a un auto por dos hombres y llevada en contra de su voluntad e esa institución. También relató que fue golpeada por otros internos y que, como castigo, muchas veces fue obligada a comer frente al inodoro.
Tanto los medios chinos como las redes sociales pusieron en debate a este centro y sus actividades. Por ahora, los responsables de la institución, que rechazan las acusaciones de castigos corporales, no hablan con la prensa o permitir la entrada a sus dependencias. Las autoridades locales aseguraron que van a investigar lo que sucede allí.
En los últimos años han proliferado en China este tipo de centros de rehabilitación de jóvenes con problemas diversos en los que se emula a los campamentos de entrenamiento militar y a los que recurren los padres que no encuentran otras alternativas como el tratamiento psicológico, aunque ha habido numerosas denuncias de malos tratos.