El desafío de Emmanuel Macron: construir una mayoría en las legislativas de junio

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Francia frenó la ola de neopopulismo que amenazaba la unidad europea. Los franceses y su histórica “Lumiere” eligieron a Emmanuel Macron, un “outsider” de la política que les propuso la “reconciliación y la unidad nacional” para impedir que un lenguaje del odio, anti europeo y anti inmigrantes de Marine Le Pen se imponga en un país con miedo al futuro. La mayoría de los franceses optaron por un “porvenir” juntos y aun con temores, enfrentar una modernización indispensable para que el país vuelva a crecer, combata el desempleo del 10%, incorpore a los jóvenes al mercado de trabajo y no discrimine, a la hora de la selección laboral, contra Mohammed y Fátima a favor de Benoit y Melodie. Una laicidad para respetar las leyes de la república para que cada uno pueda ejercer su religión, con Francia amenazada por el terrorismo yihadista y con la escuela como ecualizador.

La armonía positiva contra el odio, el miedo, la anti inmigración y anti europeísmo, en una de las elecciones más peligrosas, violentas, inéditas de la V República. Macron será el presidente, pero no tiene aún el poder que necesita para esas reformas. Deberá esperar a las elecciones legislativas del 11 y 18 de junio, cuando intentará conseguir una mayoría que le permita hacer los cambios indispensables para conseguir ser el árbitro de la armonía social, en un país con fractura social, económica, política e identitaria. La campaña legislativa se inició la misma noche de la victoria.

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A la hora de reconocer su derrota, Marine Le Pen decidió independizarse del Frente Nacional e invitó a crear una fuerza política nueva. Llamó a adherir a “Los Patriotas” para continuar como principal fuerza de oposición. Un llamado a los fillionistas y a los republicanos desencantados. Pero su sobrina, Marion Marechan Le Pen, que le disputará su sillón, le reclama una rendición de cuentas.

El nuevo presidente galo, Emmanuel Macron, saluda a sus partidarios en Le Touquet – Paris – Plage, al norte de Francia, donde votó. EFE

El voto en blanco o nulo alcanzó un récord para una presidencial: 12% de los votantes usaron el recurso. Mayoritariamente son “melenchonistas”. Serán también la oposición del futuro. Jean Luc Mélenchon, el ex trotskista de Francia Insumisa, la voz del “pueblo”, del neopopulismo de izquierda, será implacable y cultivado. Al menos, si los partidos tradicionales como Republicanos y socialistas no resucitan en las legislativas, después de haber desaparecido. La elección francesa ha eliminado a la élite política histórica: el “degágisme” (que se vayan todos) masivo en marcha, en lo que parece un “adiós” , en un país en cólera. ¿Los franceses querrán hacer equilibrio con los viejos partidos nuevamente o ya empezó la renovación definitiva? La legislativa dará la respuesta.

A la hora del triunfo, Macron anunció los candidatos de la sociedad civil, que el eligió por su currículum y sin experiencia política, para no solo conseguir la mayoría sino cumplir con su mayor promesa: la renovación política. Antes que una coalición, Macron preferirá un gobierno de unidad nacional y no de coalición. Hará un gobierno de socialistas, republicanos y moderados centristas, “juppeistas” que se oponen a François Fillon, que no deberán abandonar sus partidos. Será un gobierno “macronista”. Un movimiento inédito y joven. Algunos republicanos y socialistas ya comenzaron su salto mortal triple.

Macron busca construir una mayoría amplia para evitar que le pase lo mismo que le pasó a François Hollande. Esta es la razón por cual eligió a 577 candidatos de la sociedad civil para las elecciones legislativas. Los seleccionó por concurso. La gente se presentó, envío su CV y un grupo de seleccionadores los va a elegir. Así se va a formar la nueva representatividad de Macron.

Dos seguidores de Macron festejan el triunfo en la explanada del Museo del Louvre, en París. AP

La diferencia de Macron con los políticos tradicionales es que él no es ideológico sino pragmático. Considera que el secreto está en desbloquear a Francia para facilitarle la vida a todos. El jefe del proyecto de En Marcha, es el famoso economista Jean Pisani-Ferry. La primera medida será la moralización de la vida pública. Puede ser presentada incluso antes de las elecciones legislativas. No quiere más corrupción ni conflicto de intereses en la política francesa. Otra será el derecho al error y no ser descalificado, especialmente por la banca. Una ayuda a los entrepeneurs, a las start up. Es el derecho a fracasar y recomenzar. Una medida innovadora.

Una medida clave para Macron es la simplificación del derecho del Código de Trabajo. Podría hacerlo pasar por decreto inmediatamente. Su objetivo es romper con un código laboral que tiene más de 700 páginas y, según Macron, es la razón del bloqueo francés. Para él, Francia le tiene miedo al futuro. Hubo un cambio de siglo y su país vive bajo una grilla de lectura del siglo XXI con la ideología del siglo XX. “Nosotros tenemos miedo a progresar”, dice Macron, que se propone cambiar el sistema.

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“In pectore”, Macron ya tiene un primer ministro. ¿Una mujer? Se barajan varios nombres, como Jean Ives Le Drian, que es el actual ministro de Defensa de Hollande; François Bayrou, su socio centrista del Modem; Anne Marie Idrac, ex secretaria de comercio; Cristine Lagarde, la actual directora del FMI, o el republicano Xavier Bertrand, un ex sarkozista y ex ministro de trabajo. Va a tener enormes presiones de los republicanos y del ex presidente Nicolas Sarkozy para formar parte del gobierno y no ir a una cohabitación. Pero Macron hasta ahora ha rechazado esa posibilidad y va a jugar a tener mayoría propia, porque de lo contrario será un “pato rengo” al otro día de las legislativas.

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