El "fenómeno Macron" complica a la derecha francesa

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Una cohabitación generacional y de ideas es lo que está buscando el presidente Emmanuel Macron, a la hora de formar gobierno en Francia y frente a las elecciones legislativas del 11 y 18 de mayo, donde quiere obtener una amplia mayoría. Con la derecha conservadora en una absoluta crisis de identidad entre su línea dura y su ala más social y al menos 100 diputados Republicanos aceptando la “mano tendida” del presidente “para trabajar juntos”, el nuevo primer ministro Republicano Edouard Philippe postergó el anunció de la formación del gobierno hasta el miércoles a las 3 de la tarde, cuando había sido programado para hoy.

Oficialmente es porque han decidido aplicar, desde el primer día, el criterio de moralización de la vida pública. Buscan introducir un “tiempo de verificación” por parte de la dirección de las finanzas públicas y la más alta autoridad de la transparencia de los candidatos a ocupar cargos para que no existan ni sorpresas ni conflictos de intereses. Nadie que tenga un dossier judicial y problema con el fisco podrá ser parte del gabinete.

Pero la sola designación de Philippe, un diputado Republicano y de la derecha “juppeista”, como primer ministro de un presidente liberal social ha roto los códigos de la tradicional política francesa y ha puesto a los Republicanos en estado de implosión ideológica. Después de la crisis que Macron produjo en el Partido Socialista en la primera vuelta, ahora ha iniciado un proceso desde adentro en los Republicanos, incentivando sus contradicciones y diferencias. Por algo el presidente Macron terminó su carrera académica con una tesis sobre Hegel y otra sobre Maquiavelo.

La nominación de Philippe como premier consiguió que un grupo de legisladores Republicanos y centristas, encabezados por Nathalie Kosciusko Morizet (NK), Thierry Solere y Jean Louis Borloo, publicaron una tribuna llamando “a aceptar la mano tendida del presidente y trabajar juntos”. En pocas horas se sumaron 100 diputados Republicanos al llamado. Para desesperación de François Baroin, el candidato oficial del partido en las legislativas, que debe contener esa evasión de Republicanos. Más que irse, ellos proyectan “trabajar juntos como grupo parlamentario aliado en la Asamblea Nacional tras los comicios. “Lo que hoy propone Emmanuel Macron no es una recomposición política. Es el dinamitamiento”, denunció el candidato Baroin, que pretendía forzarlo a una cohabitación pos electoral. El secretario general de los Republicanos, Bernard Accoyer, fue terminante: ”Esto no es sano para la democracia. Hay que hablar de un proyecto y no de personas”.

Nathalie Kosciusko Morizet, ex portavoz de Nicolás Sarkozy en las presidenciales del 2012, está en desacuerdo y lista para jugar a la recomposición. ”Hay que sacar al país adelante. Si hay buenas reformas debemos ser constructivos”, dijo.

El éxodo se iniciará para algunos antes de las legislativas. Los juppeistas jóvenes se irán a defender las propuestas de Macron y Edouard Philippe y cambiarán de etiqueta política. Pero el verdadero cisma se producirá después de las legislativas, con unos Republicanos pro sarkozistas que han llevado al partido a la ultraderecha para robarle los electores al Frente Nacional, y Alain Juppé y sus seguidores, más sociales. Al elegir a Philippe, el presidente Macron ha sabido jugar a minar a la derecha por sus diferencias ideológicas e identitarias. Juppe y los suyos nunca se sintieron cómodos con el “macartismo identitario” de Sarkozy y los suyos y llamaron a la unidad y reconciliación de Francia. Como hizo Macron durante su campaña.

La ruptura está en marcha en Francia y la clase política la mira desconcertada, con otros ejes como Europa, la unidad y las reformas, para acercarse o alejarse del gobierno.

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