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El Papa Francisco aterrizó esta tarde a Portugal para rendir homenaje al centenario de las apariciones de la virgen de Fátima, mientras una marea de peregrinos se vuelca hacia esta pequeña ciudad a 150 kilómetros al norte de la capital, Lisboa. Se estima que un millón de fieles asistirá a la misa de canonización del sábado por la mañana, en la que Jorge Bergoglio proclamará la santidad de dos de los tres pastorcitos a los que seis veces se les apareció la Virgen desde el 13 de mayo de 1917, hace exactamente cien años.
El papa Francisco besa la frente de una niña durante una ceremonia de bienvenida en la base aérea del Monte Real en Leiria, Portugal./ EFE
Francisco llegó poco después del mediodía argentina (cinco horas más en Portugal) a la base aérea militar de Monte Real. Lo recibió el presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa.
El Papa argentino viaó luego en helicóptero hacia Fátima en un corto viaje para cubrir los 40 kilómetros que lo separaban del santuarui. Una gran multitud estimada en 400 mil fieles lo esperaba, concentrada especialmente en la gran explanada frente ala Basílica de Fátima
Se espera que Francisco bendiga a todos en un “papamóvil” enviado especialmente desde Roma. Luego rezará solo en la capilla de las Apariciones.
Bajo una persistente lluvia, los peregrinos –incluso grupos de argentinos—siguieron llegando durante toda la jornada, entonando cantos religiosos y hasta caminando descalzos, de rodillas y rezando para cumplir con votos hechos a la más icónica imagen de la virgen María que entró en la veneración de los católicos en el mundo durante el siglo XX.
Una parte de los fieles ha caminado muchos kilómetros para llegar hasta el santuario desde principios de este mes para participar de la misa de canonización de Francisco y Jacinta Marto, de nueve y siete años, que murieron en 1920 contagiados por la gripe española, una terrible epidemia que causó más de 50 millones de Europa cuando concluyó la Primera Guerra Mundial.
La argentina Ana Rosa Grasso fue una de las que viajaron al centro de Portugal para rezar en el Santuario construido en los años treinta del siglo XX en el lugar, con centro en la llamada Capilla de las Apariciones, la cueva donde los pastorcitos llevaban a sus ovejas y donde según contaron se les apareció la virgen. Allí acuden los peregrinos para rezar ante una escultura de la Virgen María.
En la corona sobre la cabeza de la Virgen, el Papa Juan Pablo II, que visitó tres veces el santuario, hizo encastrar uno de los proyectiles que le disparó el 13 de mayo de 1981 el terrorista turco Mehmet Alí Agca.
Francisco firma el libro de honor durante su visita en la capilla de la base aérea del Monte Real en Leiria, Portugal./EFE
Karol Wojtyla dijo que no murió en el atentado gracias a que “una mano divina desvió el proyectil” y decidió acudir el año siguiente a Fátima, donde volvió a ser víctima de un atentado, frustrado, por parte de un sacerdote español perturbado mentalmente, que quiso clavarle una espada.
Los hermanos Francisco y Jacinta no sabían leer ni escribir cuando tuvieron las seis visiones de la Virgen María, quién según ellos les reveló tres secretos con mensajes apocalípticos que anunciaban la Segunda Guerra Mundial, visiones del infierno, el surgimiento y la caída del comunismo y la muerte de un Papa. Según Juan Pablo II el obispo “vestido de blanco” que caía bajo las balas era él mismo. Fue el Papa polaco el que reveló el tercer secreto en el año santo 2000.
Francisco, de camino a un helicóptero de la fuerzas aéreas portuguesas en la base aérea del Monte Real en Leiria, para volar a Fátima. / EFE
La Iglesia aceptó las apariciones sobrenaturales recién en 1930. Los pastorcitos eran tres: junto con Francisco y Jacinta estaba su prima Lucía, de 10 años, que se convirtió en una famosa monja de clausura y vivió hasta los 97 años, muriendo en 2005, casi al mismo tiempo que Juan Pablo II.
La causa de beatificación de sor Lucía, que había entregado el contenido de los secretos a la Iglesia, de los cuales eran informados los nuevos papas, ha concluido la etapa diocesana, se informó.
El secretario de Estado Pietro Parolín, que habló por la radio Vaticana en vísperas del viaje del Papa argentino, dijo que “la virgen dio a los pastorcitos un mensaje contracorriente. Estábamos en tiempo de la primera guerra mundial, por lo que el discurso dominante era el del odio, la venganza, la hostilidad y el desencuentro”.
El Papa a su llegada a la capilla de la base aérea del Monte Real en Leiria, Portugal./ EFE
La virgen, por el contrario, habló en las apariciones “de amor, de perdón, de la capacidad de sacrificarse a sí mismo y de hacer de uno mismo un don para los otros”.
Las apariciones en Fátima son muy apreciadas por el Papa Francisco porque ilustran la lección de “valorar a los últimos”. El cardenal Parolín destacó que María “se apareció a tres pobres niños pastores, no a los ricos o personajes influyentes”. Los tres eran lo que hoy se llaman “los descartados” de una sociedad en la que siguen creciendo las injusticias y las desigualdades sociales.
Medidas extraordinarias de seguridad han movilizado a miles de agentes y todos los organismos de seguridad. El gobierno anunció que el nivel de alerta terrorista es “moderada” y que hasta ahora “todo se desarrolla con normalidad”. Portugal restableció desde la medianoche del miércoles el control de documentación en todas sus fronteras aéreas, marítimas y terrestres, restringiendo las facilidades de libre circulación de los acuerdos europeos.
El sábado por la mañana tendrá lugar la misa en la que el Papa proclamará la canonización de Francisco y Jacinta. Tras almorzar con los obispos portugueses, el Papa Bergoglio regresará a Roma por la tarde.
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