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Entre Villa Albertina, Villa Lamadrid e Ingeniero Budge, a un costado de la vías del Ferrocarril Roca, un asentamiento crece desde hace años. No es un barrio cualquiera: los vecinos aseguran que está copado por narcotraficantes y es uno de los puntos de venta de paco más fuertes de la zona. Inclusive los narcos levantaron un murallón de 2,5 kilómetros que sirve como “barrera” para que las cocinas de droga trabajen a sus anchas. El domingo 6 de mayo, Clarín hizo una cobertura en el lugar y los vecinos relataron las situaciones que ven a diario en la zona donde está el “muro de los transas”.
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La mayoría de la gente, especialmente los que están del otro lado del muro, en Lamadrid y Villa Albertina, casi eluden el tema. Tienen miedo. Pero desde la ONG “Madres contra el paco y por la vida” llaman a involucrarse, denunciar y buscar ayuda para sacar a los chicos de ese infierno. “Nos hemos cansado de pedir que se tomen medidas para cuidar a los pibes. Tenemos un Centro de Prevención Local en Adicciones, pero es crucial organizarnos. Que las madres puedan venir y saber qué pasa con sus hijos. La problemática es muy compleja pero tenemos que cuidarnos entre nosotras”, sostiene Alicia Romero, integrante de esa organización. Ella propone que se implemente el uso de urnas en delegaciones municipales para que los vecinos puedan realizar denuncias anónimas de lugares donde se vende droga, como ya se hace en el distrito vecino Esteban Echeverría y en otros Municipios del GBA. “Lo pedimos en reiteradas oportunidades”, asegura Romero.
Entre las casillas junto a las vías del Roca esconden las "cocinas" de droga. Foto: Fernando de la Orden
Afirma que es fundamental hacer denuncias por venta de droga, ya que eso sirve para tener estadísticas en las que basarse e implementar, así, dispositivos para ir solucionando el complejo problema que abarca no sólo una serie de delitos concatenados sino también un profundo problema social.
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A lo largo de los dos kilómetros y medio que ocupa el muro del asentamiento, ubicado entre las estaciones Turner y Kilómetro 34, el paco se comercializa a través de los “soldaditos”, chicos adictos que los narcos usan a su vez para distribuir la droga. Les pagan con dosis y eso genera un círculo vicioso que encierra a los jóvenes. “Si pasás por Tartagal, apenas te ven ya se hacen señas y te piden que te saques la gorra, te levantes la remera y muestres las manos. Los que van a comprar droga tienen que exhibir la plata o no los dejan acercarse”, relata Alberto, un vecino de la zona, en referencia a uno de los pocos lugares por los que se puede cruzar el muro.
Romero afirma que el asentamiento crece todos los días y la metodología para vender paco va cambiando. La clave, insiste, es que las madres de los chicos que quedan encerrados en esa situación estén informadas. Pueden pedir ayuda en el Centro Preventivo Local de las Adicciones en Iparraguirre y Blandengues, Villa Lamadrid, o en la página de “Madres contra el Paco”.
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