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Cuatro crímenes en 13 días (cinco en un mes) conmocionan a La Matanza. Las víctimas cenaban, llegaban de trabajar o esperaban el colectivo cuando los mataron para robarles. En lo que va del año ya hubo más de 50 homicidios de este tipo en la Provincia de Buenos Aires y 12 de ellos (alrededor del 20%) fueron en el distrito más grande del Conurbano. El martes pasado, cientos de personas marcharon a la plaza de Laferrere. Allí coincidieron familiares de víctimas pidiendo justicia y más seguridad. Los vecinos denunciaron inacción policial y atribuyeron esta situación al avance de la droga. También pidieron la presencia de fuerzas federales.
Para los investigadores no hay denominadores comunes entre los atacantes pero en los últimos hechos los asaltantes eran del mismo barrio y vivían cerca de sus víctimas. Tienen antecedentes, roban armados y los detienen después de matar.
Marcha para protestar por la inseguridad el martes 9 de mayo en Plaza de Laferrere. FOTO PEDRO LAZARO FERNANDEZ
A pesar del reclamo, la seguidilla de crímenes no se detuvo. Ayer a la madrugada, Mariano Martín Román (39), un productor de seguros de San Justo, murió de un disparo que le atravesó el tórax y que hirió a su esposa, Vanina Ferrara. Regresaban de un boliche de Ramos Mejía y creen que quisieron robarles el auto.
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Según un relevamiento del sitio Chequeado.com, La Matanza tiene alrededor de 5.300 agentes, entre policías locales (1.783), bonaerenses (3.234) y federales (300). Si se toma la estimación de habitantes, el territorio que gobierna Verónica Magario cuenta con 249 uniformados cada 100 mil habitantes. A pesar de ser el de mayor población y superficie, está en el puesto 19 en el “ranking” de cantidad de agentes por población. Ante la consulta de Clarín, en la municipalidad hablaron de “inequidad”.
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Ana María, vecina de Laferrere, marchó el martes pasado junto a sus vecinos y opinó: “Hace 20 años vivo acá. Antes había Gendarmería cuidando la zona, pero los sacaron. Habría que preguntarle a las autoridades qué es lo que está pasando. Hay robos todo el tiempo y, mientras se pelean entre ellos, estamos perdiendo vidas“. Gabriel, que se crió en Laferrere, coincidió: “Tenemos un hijo de la misma edad que los chicos que mataron. Esto le puede pasar a cualquiera. Ya no hay rejas, cámaras, nada que nos proteja. Te roban a cualquier hora, en cualquier lugar. Salgo con un cuchillo a la mañana porque tengo miedo. Alguien tiene que hacer algo“.
Marcha para protestar por la inseguridad el martes 9 de mayo en Plaza de Laferrere. FOTO PEDRO LAZARO FERNANDEZ
El viernes 5 de este mes algo similar había ocurrido con José Luis Sosa (25). Adriana Orellana lo conoció en la escuela N° 17, de Laferrere. Cursaban el último año del secundario cuando se pusieron de novios. Ocho años después vivían juntos y tenían dos hijos. Ella tiene una verdulería en el barrio y él trabajaba con su padre en una empresa de construcción. El día del crimen, a 80 metros del colegio que los unió, en Estanislao del Campo y Celestino Vidal, José Luis bajó del auto a comprar algo para cenar. Lo mataron de un tiro en el cuello en un intento de robo. “Me lo quitaron en el mismo lugar donde nos enamoramos. Yo veía esto en la tele, nunca pensé que me podía pasar algo así”, dijo Adriana mientras amamantaba a Alexis, su bebé de dos meses, y sostenía una pancarta pidiendo justicia por el crimen de su pareja. Por el caso hay un detenido, pero aún buscaban a dos prófugos.
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Tres días antes que a José Luis, a unas 20 cuadras de diferencia, en Encina y Piedra Buena, Maximiliano Taranto (28) murió cuando le dispararon en un ojo para robarle la moto. Era profesor de historia y estudiaba en La Universidad de La Matanza. Lo atacaron en la puerta de su casa, a las 22.30, cuando regresaba de cursar.
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Esa misma noche, pero en Villa Luzuriaga, José Martín Bignasco (61) estaba comiendo en una pizzería de Rivera Indarte y Carabobo con su esposa. El agente retirado de la ex SIDE sacó su arma cuando vio a tres asaltantes que entraban al local. Le pegaron dos tiros en el pecho y escaparon.
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Marcelo Taranto, padre de Maximiliano, compartió el dolor con Verónica Bouquín, la madre de José Luis Sosa, en Laferrere, junto a cientos de vecinos que marcharon desde Piedra Buena y Encina hasta la Plaza Juan Manuel de Rosas. Lloraron y pidieron justicia. Se abrazaron con otros familiares, como los de Maximiliano Cuello, y otros vecinos que se solidarizaron con el reclamo.
“Sabemos lo que sienten, fuerza”, les dijo Celia Burgueño, la tía de Maxi Cuello, a los Taranto. Su sobrino tenía 22 años y lo asesinaron el Viernes Santo mientras esperaba el colectivo para ir a trabajar, en Huemul y Salvigny, Rafael Castillo. “Lo mataron para sacarle el morral y el celular. Detuvieron a dos pibes del barrio. Los vieron dando vueltas toda la noche, estaban de cacería viendo a quién matar. En todo ese tiempo ¿no pasó un patrullero? ¿nadie los vio?”, planteó.
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