Matan a una almacenera para robarle 230 pesos

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Pensaban cerrar el negocio por la inseguridad. Pero los motochorros llegaron antes y convirtieron el miedo en una realidad de terror y dolor.

Esther Miriam Ferreya (59) atendía su almacén y kiosco del barrio Toro, en Derqui, cuando dos ladrones armados que se bajaron de una moto robada entraron y le exigieron plata. La mujer les dio todo lo que había en la caja: $230. No conformes con la cantidad, le exigieron más dinero. Como el local recién había abierto y no había más, le dispararon y huyeron.

El trágico episodio ocurrió el viernes, cerca de las 18, en un negocio ubicado en Egipto 1050, cerca de los galpones ferroviarios de la estación Toro, en el partido de Pilar. La víctima, que no se resistió, recibió un tiro en el abdomen y cuando la ambulancia la trasladó al Hospital Sanguinetti todavía estaba lúcida. Pero la bala le había perforado el hígado y una arteria. Al entrar al quirófano sufrió una hemorragia interna, a pesar del esfuerzo de los médicos, se descompensó y murió minutos después de las 19.

Al cierre de esta edición aún no había detenidos. En la noche del viernes, vecinos del barrio Toro se manifestaron frente a la comisaría 2° de Derqui para exigir justicia.

Justamente, antes del crimen, en Derqui estaba convocada una marcha en reclamo de seguridad para ayer a la tarde. Según contaron vecinos a Clarín, desde hace meses vienen sufriendo robos de todo tipo, en especial entraderas violentas. “Falta prevención y cámaras. Las pocas que hay no funcionan”, dijo Verónica.

Esther era casada y tenía tres hijos. Antes de poner el almacén trabajaba como metalúrgica en una fábrica de sanitarios en Villa Rosa. “Era una persona laburante. Quedó con una discapacidad, cobró una pensión y para no quedarse quieta se puso un almacén chiquito”, contó Claudio, uno de sus hijos, a Clarín. El esposo de Esther era policía federal y hace dos años sufrió un principio de ACV. “Desde entonces estaban siempre juntos. Atendían los dos”, agregó el hijo.

Otro de sus hijos es policía bonaerense y todas las tardes él o alguno de sus hermanos iban a tomar mate al negocio. Pero justo en el momento que los motochorros la asaltaron, estaba sola. “Hace un tiempo que pensaban en cerrar por los robos, pero quisieron seguir adelante por los nietos”, concluyó Claudio.

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