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Hola, soy Balcarce. El perro callejero de la Casa Rosada que ha sabido ganarse un lugar en el corazón grande de los argentinos y en la mesa chica del gobierno. No por méritos académicos sino porque, de todos los que circulan por acá, soy el que tiene más lleca.
Hoy domingo de Resurrección, quiero dirigirme a todos ustedes, argentinos y argentinas, perros y perras, felinos y felinas (digo felinos porque acá adentro está prohibido usar la palabra “gato”).
Nací en un baldío de la calle Antequera, en González Catán, a metros de un local del Partido Obrero (PO) donde me bautizaron con el nombre de “León” (por Trotski).
Milité junto a los compañeros del PO, pero como en los asados trotskistas no sobra nada tuve que abandonar la causa por razones de supervivencia. A la distancia, debo reconocer que los trostkos no pueden ni empezar a discutir con la gastronomía de Cambiemos.
Podría haberme mudado al kirchnerismo donde la abundancia de sus jerarcas me hubiera permitido morfar a voluntad. Pero soy un perro honesto y no entrego mis principios democráticos por un costillar de cordero patagónico mal habido.
Por eso en 2013 me sumé a la perrada del Frente Renovador en Tigre. Allí me bautizaron como “Trilenium” y pude comer como Dios manda.
En reconocimiento, ayudé a la epopeya electoral de Massa 2013 que salvó la Constitución Nacional y dejó al kirchnerismo sin reelección indefinida.
Pero luego algo raro pasó, se marearon, se desdibujaron, se cortaron los asados y me tuve que alejar en busca de otros huesos.
En mi derrotero por el conurbano bonaerense y guiado por mi olfato canino, recalé en la zona de Los Polvorines, más precisamente en la quinta de los Macri y ahí me quedé. Fundamentalmente porque se come fenómeno.
Así fue como llegué a la Casa Rosada, gracias a esta milagrosa carambola política. Igual que mi amo.
En enero de 2016 me agarraron “in fraganti” subido al sillón de Rivadavia, revisando los cajones del escritorio presidencial, desesperado, buscando aunque sea un miserable par de Criollitas.
Cuando los Granaderos estaban a punto de arrojarme a la Plaza desde el balcón del General, alguien descubrió que la imagen de un simple perro en el despacho presidencial era una gran idea comunicacional. A partir de ese momento mi vida cambió para siempre. No se si fue Durán Barba o Marcos Peña, pero vaya para ellos el eterno agradecimiento de este perro fiel.
Desde entonces, soy Balcarce. CUIT 23-2529877-1 (este gobierno me puso en blanco).
A fines del año pasado, y gracias a mi oportuna intervención en el tema del impuesto a las ganancias, me gané un lugar relevante en la estructura de decisión del gobierno.
Hoy patrullo los pasillos de la Casa Rosada, controlando que se tomen las medidas apropiadas y tratando de evitar que los funcionarios hagan barbaridades. Como ya se habrán dado cuenta, no siempre lo logro.
Mirando a la política desde abajo, como todo perro, he comprendido que oficialistas y opositores trabajan sobre las urgencias y postergan lo importante. En el fragor, terminamos quedándonos en el chiquitaje Tapia.
Este perro no ha llegado desde González Catán para arbitrar una paritaria o enredarse en una disputa parlamentaria. No he accedido al poder para participar del griterío político.
No pienso perder un minuto de mi perra vida discutiendo pavadas como la de esta semana con la convocatoria de Hernán Brienza y Gabriela Cerrutti a la guerra civil. ¿No hay nadie en el kirchnerismo que pueda medicar a esta gente? ¿Es necesario que la sociedad argentina pierda tiempo discutiendo semejante pelotudez? No cuenten conmigo.
Hoy, abril del año 2017 es momento de entrar al Siglo XXI. Con diecisiete años de atraso, pero más vale tarde que nunca.
Si no hay en la Argentina un estadista con la estatura política suficiente para iniciar esta movida, entonces será este noble perro del conurbano bonaerense quien la lidere.
Yo Balcarce, vengo a proponerles un sueño, pero esta vez es en serio. No como los truchos de la década pasada que vinieron a proponernos un sueño y nos dejaron una pesadilla.
Yo Balcarce, frente a todo el pueblo argentino, convoco formalmente a la constitución de una Comisión de Notables con el objetivo de definir 5 Políticas de Estado básicas para la Argentina 2030.
Para que cuando el futuro llegue no nos pase lo que nos pasa ahora con este presente pedorro que alguna vez, en algún tiempo pasado, fue un futuro que nadie se sentó a planificar.
La CONOBAL (COmisión de NOtables BALcarce) tendrá como misión definir las políticas de Estado sobre: educación, salud, matriz productiva y energética, justicia y relaciones exteriores. Cinco puntos para cambiar la Argentina. Habría muchos más, pero empecemos con estos.
Acordaremos estas propuestas en un documento y luego lo haremos firmar por todos los líderes políticos con representación parlamentaria. Será nuestro Pacto de la Moncloa. Buscaremos un lugar emblemático para la firma del acuerdo final y le pondremos el nombre. ¿Pacto del Llao Llao? Como lugar, es único. Habrá que ver que tarifa nos hacen.
Invito al siguiente grupo de personalidades ampliamente reconocidas que están fuera de la discusión política partidaria y, ojalá, dispuestos a pensar más allá de cualquier aspiración personal. Se que esta lista traerá muchas controversias. Es mi lista, pero si hace falta la podemos toquetear un poquito.
Son ellos: Santiago Kovadloff, Dante Caputo, Roberto Lavagna, Graciela Fernández Meijide, Eduardo Duhalde, Rodolfo Terragno, Daniel Sabsay, Diana Cohen Agrest, Juan Carr, Eduardo Jaim Echeverry, Alieto Guadagni, Marta Maffei, Julio Bárbaro, Juan Carlos De Pablo, Rafael Bielsa y Marcelo Bielsa (bueno, alguien se tiene que ocupar del fútbol también).
El Papa Francisco está invitado a enviar un representante. Aclaración: no vale que insista con ese tipo Vera que anda fotografíándose con Moreno y llamando a la resistencia popular contra la sarasasasa, mientras incendia el prestigio de Su Santidad.
También el Poder Ejecutivo podrá enviar un delegado (no vale Angelici).
Además de estos argentinos notables, se designan como invitados especiales a los señores Julio María Sanguinetti (Uruguay), Fernando Henrique Cardozo (Brasil), Ricardo Lagos (Chile) y algún escandinavo a definir que siempre viene bien.
Entre todos los notables, deberán elegir y convocar al mejor representante del mundo empresario y al mejor del mundo sindical. Suerte con esa tarea.
En lo personal invito a Lolita, la caniche toy de la ex presidenta, para que me acompañe en la patriada y de paso pueda zafar del infierno que esta viviendo, puertas adentro con “Argentiniala Cristiniale” y puertas afuera con “Aliciakirchnereala Fundióli la provinciala”.
Finalmente, un homenaje: me ha llegado la triste noticia de la muerte del felino que se apoltronaba en el local del Partido Obrero de la calle Icalma, en Laferrere. Se llamaba “Vladimir” (por Lenin). Vaya mi recuerdo. Este viejo adversario despide a un amigo.
Gente, tuvo que llegar un perro a la Casa Rosada para que alguien piense seriamente en el futuro del país. Yo Balcarce, un servidor.
Solo les pido que si en el camino algo malo me pasara, quisiera ser enterrado en Boulonge Sur Mer.
Cambiemos la historia. Felices pascuas.
Jag sameaj.
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