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El desplazamiento ruidoso del titular del INCAA Alejandro Cacetta no alteró los ánimos en el Gobierno. El Ejecutivo recogió el repudio de toda la industria cinematográfica; de los dos lados de la grieta. Hasta el director Juan José Campanella y Adrián Suar -dos productores afines al Gobierno y abiertamente antikirchneristas- no dudaron en respaldar al funcionario, que fue despedido en medio de denuncias por manejos dudosos que incluyeron supuestamente la compra de un sillón por 300 mil pesos.
El jueves hubo un aplauso de artistas, directores y estudiantes del ENERC frente al cine Gaumont. En el Gobierno cayeron en la cuenta de que tocaron los intereses de una industria poderosa -la del cine y la televisión- que además cuenta con la adhesión de actores populares y reconocidos que no dudaron en castigar al Gobierno.
En el Gabinete de Mauricio Macri tomaron nota y decidieron bajar el tono de la denuncia o por lo menos limitar la responsabilidad de Cacetta -ex dueño de la productora Patagonik- sobre los presuntos desmanejos financieros del Instituto de Cine, que tiene un presupuesto de $ 2800 millones. “Yo no tengo elementos para dudar ni de la honorabilidad del ministro ni de la de Cacetta. La lucha es contra las capas geológicas que se enquistan en el Estado mediante los nombramientos de cargos políticos”, sentenció el titular del Sistema Federal de Medios Hernán Lombardi en declaraciones a TN.
Laura Alonso también prefirió concentrar las críticas en el INCAA en lugar de en el director saliente. “No se trata de un nombre o de una persona que dejó su cargo sino de encarar una reforma completa del Incaa, porque hay muchas áreas opacas”, destacó la titular de la Oficina Anticorrupción.
Tras la designación de Ralph Haiek, al frente del INCAA, el lunes habrá novedades: casi toda la gerencia administrativa será apartada.
En el ministerio de Cultura que conduce Pablo Avelluto, quien le pidió formalmente la renuncia a Cacetta luego de que el vicejefe de Gabinete Mario Quintana señalara las presuntas irregularidades, la apreciación fue similar a la de los demás funcionarios. “Dejó a la misma gerencia que estaba con el kirchnerismo. El problema no es que fueran kirchneristas, sino que no eran transparentes”, señalaron en la Cartera de la Avenida Alvear. “El INCAA es el Estado. La industria tiene un rol importante, pero las políticas no las fija la industria”, sentenció Avelluto en diálogo con Clarín. En Cultura señalan que Cacetta -cuya postulación había sido sugerida por Campanella, dentro de una terna- respondía a los intereses de la industria y no a los del Estado. “A la industria le interesa que se hagan las películas, no necesariamente la transparencia y el presidente fue contundente: la gente quiere que vayamos a fondo y eso es lo que vamos a hacer”, explicaron.
En el entorno del ministro de Cultura -que administra un presupuesto de $ 3600 millones -apenas $ 800 millones más elevado que el INCAA- razonaron que la reacción de la industria cinematográfica se debe al temor a una quita de subsidios para financiar las filmaciones. También negaron los trascendidos que sugerían que podía ser despedido de su cargo. Suena improbable, es del riñón de Marcos Peña y todas las mañanas desayuna con el Jefe de Gabinete, los dos vicejefes y parte del equipo de comunicación. Comparaban la salida de Cacetta con la de Isela Costantini de Aerolíneas. “Vienen del mundo privado, se desencantan con la función pública y no quieren conflictos”, afirmaron. Cacetta, por su parte, confirmó los desencuentros con Avelluto. El ministro le habría pedido cinco veces que apartara a los gerentes. “Al final, se hartó”, contaron en la Casa Rosada. Quintana estuvo detrás de la decisión.
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