Máxima tensión en Cambiemos por las candidaturas en la Provincia

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La casa de Elisa Carrió en Exaltación de la Cruz ha vuelto a convertirse en un búnker, como en las mejores épocas de su departamento de la avenida Santa Fe. Gente que entra, habla con ella (la escucha, ante todo), la alienta y se va. El viernes, cuando caía la noche y Mauricio Macri ya había tuiteado la foto con Jorge Macri -nada es casual en la comunicación oficial: fue su último pronunciamiento público luego de otra semana extenuante en el poder-, la diputada se quedó charlando del armado electoral debajo de unos pinos. No lucía enojada, pero sí muy firme. “Tenemos por delante un penal sin arquero. Pero Durán Barba lo quiere patear al córner”, dijo Carrió, y largó una risa impetuosa.

Son palabras que preanuncian la tormenta: la tormenta final por la conformación de la boleta en la provincia de Buenos Aires, un tema que involucra por igual al Presidente y a su Gobierno, a la gobernadora María Eugenia Vidal, a la cúpula de la UCR y a la propia Carrió. Un verdadero desafío para la coalición gobernante del que nadie se anima a pronosticar si tendrá final feliz. “Hay un clima de tensión y más ruido del que se escucha. El Gobierno no le está dando a este tema la dimensión que tiene”, dice un veterano dirigente radical. Lo que está en juego, para él y para tantos otros -incluida Carrió- es si Cambiemos seguirá siendo Cambiemos en 2017 o si la UCR y la CC terminarán convirtiéndose en un apéndice del PRO. En el mejor de los casos.

El corazón de la disputa es por el nombre que encabezará la campaña a senador en tierra bonaerense. María Eugenia Vidal, jefa del distrito, está en un intríngulis: le prometió a Jorge Macri ese trofeo, pero la intensidad de Carrió la tiene a maltraer. La relación entre ellas no atraviesa el mejor momento. Los colaboradores de la jefa de la Coalición hablan de “destrato” por parte de Vidal. Se irritan cada vez que escuchan nombres alternativos al de Jorge Macri como el de Gladys González, Facundo Manes o el de algún intendente joven. Piensan que es la gobernadora la que los hace correr y lo consideran una ofensa hacia su conductora.

La diputada dijo el miércoles en A dos Voces que está al tanto del deseo de la mandataria de imponer a Jorge Macri, pero aseguró que no apoyará a delincuentes. Estaba claro el destinatario de esa frase. Ya se ocupó de instalar que el intendente de Vicente López está asociado a la corrupción. Pero su primo, el Presidente, cree que no hay datos que sostengan semejante afirmación y, con el guiño de Jaime Durán Barba, le da aire a esa postulación. “Como senador vas vos, no hay otro. Me vas a servir mucho en el Senado”, confirmaron ayer a Clarín quienes hablaron con el intendente que le dijo el Presidente, el viernes, en la cumbre de Olivos.

Marcos Peña suele ser el más optimista de la mesa chica del Gobierno y le resta importancia a los roces. El jefe de Gabinete y cerebro de la estrategia electoral junto al asesor ecuatoriano, no encuentra motivos para el apuro y eso le transmitió en las últimas horas a la misma Carrió en un encuentro reservado en su casa, a la que acudió con Mario Quintana. “La charla fue buena, hubo predisposición de ambas partes, pero sigue todo igual”, dijo una alta fuente a Clarín.

En el equipo de Peña, sin embargo, confían en que “no son importantes los apellidos” de la boleta. Duplican la apuesta y aseguran que con el sello de Cambiemos y la pretendida polarización con el kirchnerismo les alcanzará para imponerse en las elecciones de medio término. “El error más garrafal que se comete en estos tiempos es analizar la intención de voto de los candidatos. La demanda ordenará la oferta”, se le ha oído a Peña en la intimidad.

Pero ocurre que en el PRO también se ha abierto una grieta. El ala que razona con la mente de la política más tradicional descree de que los apellidos no son importantes y hace gestos en favor de Carrió. “Y ni hablar si Cristina es candidata. Sería el duelo ideal para nosotros”, asumen.

Los tiempos han cambiado. Hasta hace algunas semanas, en el macrismo más puro daban por hecho que el trabajo fino que venía haciendo Horacio Rodríguez Larreta en sus prolongadas charlas con Carrió había surtido efecto. “Lilita va a la Ciudad para bloquear a Lousteau”, decían. Pero ahora, en el círculo íntimo de Carrió, apuestan a que sea ella la postulante a senadora de Cambiemos. Para entender parte de ese cambio de estrategia hay que dirigir la mirada al Congreso.

A instancias de Mario Negri, el jefe del bloque de Diputados de la UCR, el partido centenario ha movido fichas para facilitar un entendimiento electoral con la Coalición Cívica. Un radical al que todos sus correligionarios escuchan aconsejó: “O cierran filas con Carrió o el PRO y Durán Barba se quedan con todo”. Negri y Carrió se mueven en tándem y han entablado una relación demasiado fluida con Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados, con quien coinciden en que “no se puede hacer política solo con encuestas”. El jueves a las cuatro de la tarde Negri llamó a Monzó por enésima vez. Y veinticuatro horas después, el radical charló con Carrió por celular mientras viajaba a Córdoba.

“Lilita dice que el que tiene que decidir es Macri. O vamos por la República en serio, por la transparencia y el combate a las mafias o seremos más de lo mismo”, dicen quienes caminan con ella.

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