Trump-Macri, los péndulos y el espejismo

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Macri y Trump son presidentes, pero antes empresarios pragmáticos. Uno, el argentino, confía en teoría en que el mercado devolverá vigor a la economía argentina y la hará crecer. Para eso precisa inversiones y las inversiones vendrán, si es que finalmente vienen, si hay perspectivas de desarrollo de negocios con un horizonte más largo que un plazo fijo. Cuando asumió, el presidente argentino estaba convencido de que la tarea no sería tan ardua. Pronto aquella idea inicial del mercado abierto se trastocaría en un gradualismo por extrema necesidad política.

El magnate americano, que acaba de promover un enorme recorte fiscal que beneficiará fundamentalmente a los sectores más ricos, con la esperanza de que se derrame en el mercado interno, acaba de declarar que él creía que la labor en la Casa Blanca sería más fácil de lo que aparentaba ser.

Trump recibió a Macri, que fue el segundo jefe de Estado latinoamericano en sentarse en el Salón Oval: el primero, el peruano Pedro Kuczynski. Macri está desarmando el esquema proteccionista de la Argentina; Trump apuesta a “America First” y se propone a negociar el tratado de libre comercio con México y Canadá, es decir cierra la economía. Los agricultores de EE.UU. temen que la exportación de granos argentinos se dirija a México, afectándolos. En este marco, los limones tucumanos, trabados por la administración Trump, adquieren una “significación simbólica desmesurada”, según académicos de Washington. Pero por cierto es un símbolo que se permita su ingreso al mercado americano. Si se compara el peso económico del biodiésel argentino, que tampoco entra a ese mercado, se verá que por ahora el aflojamiento de Trump es un gesto político.

Aquí hay un nudo a resolver entre el proteccionismo y la necesidad de inversión argentina que, como en otras circunstancias, se resolverá de manera forzosamente asimétrica (si se puede usar esa palabra en tanta diferencia).

No hay dudas de que la Casa Blanca distinguió a Macri y le transmitió su más explícito respaldo. El argentino dijo que la reunión en la Casa Blanca fue “maravillosa”.

Hay que evitar las desmesuras en esta relación. Para ser cortos: durante la dictadura se pasó del “general majestuoso” (Galtieri) a la condena por actitudes prosoviéticas durante la guerra de Malvinas. De las relaciones carnales de Menem y Di Tella, que implicaron la participación de buques argentinos en la Guerra del Golfo, con graves consecuencias locales ( se atribuyó a esa decisión los atentados en Buenos Aires) a la frialdad kirchnerista, luego de un intento de acercamiento no correspondido por Obama, hasta que Cristina se enroló en la alianza con Irán y abrió la valija de códigos secretos militares de Estados Unidos con el entonces canciller blandiendo el alicate.

La normalización de las relaciones -con lo relativo que es “normalizar” una relación con una superpotencia- es un paso imprescindible e impostergable pero hay que distinguir los espejismos de la realidad.

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