Intensifican los trabajos para evitar la extinción del carayá rojo

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Desde 2021, la fundación Neotropical Primate Conservation Argentina sumó sus esfuerzos para la conservación de las especies de monos que habitan en Misiones. La referente de la NPC en la provincia es Luciana Oklander, Doctora en Ciencias Biológicas de la UBA e investigadora del CONICET.

Hace unos días, la especialista explicó en el Ministerio de Ecología el trabajo que realiza la institución para un plan ambicioso: salvar de la extinción al mono aullador rojo (Alouatta guariba).

Los detalles de la iniciativa se trataron el año pasado en el taller “Evaluación del manejo poblacional para la conservación del mono aullador rojo en Misiones”, desarrollado en el marco del VII Congreso Nacional de Conservación de la Biodiversidad, realizado en Puerto Iguazú entre el 24 y el 26 de abril organizado por el IMIBIO, la UNaM y la Fundación Azara.

“En la provincia tenemos tres especies, los carayás rojos, los negros y dorados y los caí (son los que habitualmente se ven en el Parque Nacional Iguazú). Los usamos como bandera para conservarlos a ellos, los hábitats en los que residen y a las demás especies con las que comparten territorio”, explicó Oklander.

Puntualizó que “después del último brote de fiebre amarilla en Misiones, la población de Alouatta guariba mostró signos de recuperación. Pensábamos que se habían extinguido, pero se detectaron poblaciones desde 2014 en la zona de Yabotí. Se estima que hay entre 20 y 50 individuos”.

“Nuestros esfuerzos son para que la especie siga existiendo. Tenemos un proyecto de conservación a largo plazo, que incluye traer individuos desde el Brasil e introducirlos en zonas específicas donde la especie se extinguió”, detalló.

NPC y las instituciones con las que se prevé articular el programa aspira ingresar desde el Brasil un grupo armado, con un macho adulto y varias hembras. “El proceso para llegar a 100 individuos llevaría entre 2 y 5 años, consta de distintas etapas. La primera es un relevamiento de los sectores donde aún quedan poblaciones de aulladores rojos. Luego está la que tiene que ver con los permisos de importación de los animales. Y después el armado de los recintos donde serán alojados los ejemplares traídos del Brasil, esto será en el Centro Güira Oga de Iguazú”, profundizó.

“Será fundamental trabajar en Educación Ambiental con las poblaciones cercanas a los sitios que recibirán a los monos introducidos, para que entiendan la importancia de estos primates, tanto como dispersores de semillas o regeneradores del bosque como centinelas de enfermedades, como la fiebre amarilla”, añadió la Dra. Oklander.

Recordó que los aulladores presentan una altísima sensibilidad al virus de la fiebre amarilla y al ser picados por un mosquito portador mueren rápidamente. Es por eso que actúan como “centinelas” ya que la presencia de monos vivos indica que la zona está libre de fiebre amarilla, posibilitando un mayor control de la enfermedad y una detección temprana del virus.

Los monos carayá tienen una cría al año. El embarazo dura seis meses y otros seis meses se extiende el período de lactancia. “Por lo general, para hacerse de las crías, los traficantes matan a las madres. Esos ejemplares extraídos luego se venden como mascotas. Las personas que los adquieren suelen devolverlos cuando los animales llegan a una edad adulta, porque empiezan a tener comportamientos propios de su especie. El problema es que esos primates ya no saben alimentarse en la naturaleza, trepar ni sociabilizar con pares. Son condenados a vivir en jaulas. Esto es lo que contamos en los talleres que dictamos en las escuelas”, indicó Oklander.

NPC articula con instituciones como Güira Oga en distintas acciones. “Allí reciben monos atropellados o algunos que fueron víctimas de mascotismo. También los recuperados del tráfico. Mediante análisis genéticos determinamos la procedencia de los ejemplares, así determinamos los puntos de caliente de captura y tráfico. Por ejemplo, sabemos que en la zona de Corrientes y Chaco es donde hay mayor extracción de carayás negros y dorados”, explicó la investigadora.

La profesional destacó el aporte de los guardaparques del Ministerio de Ecología en el relevamiento de información relacionada con los monos carayá. “Los rojos, sobre todo, son ejemplares muy difíciles de registrar. Y han sido ellos, los guardaparques, los que han hecho distintos avistajes. Su labor es fundamental para el relevamiento”, remató.