Tres años de cárcel para el chofer de la tragedia de Salto Encantado

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Julio César Franco (41) aceptó los cargos en un juicio abreviado por “homicidio culposo agravado y lesiones”, que se tramitó ante el Juzgado Correccional y de Menores.
Al tratarse de una pena de cumplimiento efectivo, el condenado podría obtener la libertad condicional al cumplir dos tercios de la sentencia.
Si bien Franco no es el único imputado en la causa, para la Justicia fue quien tuvo la máxima responsabilidad en el siniestro, puesto que manejaba el rodado y era consciente de los problemas mecánicas que presentaba.
“El conductor fue al menos negligente y su accionar derivó en el deceso de ocho personas y ocasionó serias lesiones en otras tantas. Aceptó su responsabilidad en juicio abreviado, lo que posibilitó que la defensa y el ministerio fiscal acuerden la pena”, precisó una fuente del caso.
Por su parte, familiares de las víctimas se mostraron insatisfechos por el monto del fallo, al tiempo que insistieron con la responsabilidad que les corresponde a otros actores secundarios.
“La verdad que la condena no es lo que esperaba, porque se murieron ocho personas y eso no tiene remedio. En mayo nos citaron al juzgado y nos dijeron que nos quedemos tranquilos, que este año iba a salir el juicio, pero después no nos llamaron más. No creo que tres años de cárcel alcancen para pagar una vida, aunque no queda otra que resignarse”, opinó Jorge Da Silva Rodríguez, padre de Lucas (14), uno de los ocho fallecidos.

Fallas mecánicas
La tragedia de Salto Encantado significó un quiebre en la legislación laboral del sector más vulnerable de la cadena yerbatera, aunque los controles aún exhiben limitaciones y los reclamos persisten.
El hecho costó las vidas de Fabián Da Silva (23), Fernando Piñeiro (13) y su papá José Francisco Piñero (42); Lucas Da Silva Rodríguez (14), Edgar Ferreira (17), Luis Godoy (33), Miguel Miranda (55) y su hijo Hugo Franco (33).
El vuelco se produjo sobre la ruta provincial 220, a unos 400 metros del acceso al Parque Salto Encantado, en un tramo donde se realizaban obras de asfaltado.
El conductor del camión Ford 700, dominio TNN 048, era acompañado por su hijo Renzo, de entonces 14 años.
Además de trasladar al personal en la planchada del camión, incluidos una decena de menores, lo que contradice todas las normas vigentes, luego del accidente se supo que el camión presentaba fallas mecánicas.
Al respecto, Héctor Fabián Miranda, medio hermano del chofer, confirmó que el rodado presentaba problemas de freno y por ello realizaron una parada en el acceso al Salto Encantado, a sólo un par de kilómetros de donde ocurrió la tragedia.
En la declaración testimonial que realizó en la comisaría de Aristóbulo del Valle, Miranda ratificó que el camión partió desde Villa Bonita por la ruta provincial 103 y luego transitó por la nacional 14, cruzando las localidades de Campo Viera, Campo Grande y Aristóbulo del Valle, hasta la intersección con la provincial 220, sin ningún impedimento ni control policial. El mismo testigo confirmó que el Ford tenía problemas de freno que habrían sido minimizados por el chofer.
“El camión venía frenando mal porque tiraba para un lado. Entonces paramos en un taller, a una cuadra más o menos de la ruta, y ahí ajustaron algunas cosas, según mi hermano. Y nuevamente seguimos”, detalló.
El testigo confirmó que eran dos los camiones con tareferos que se dirigían al mismo destino en el Paraje Cerro Moreno con la intención de permanecer dos semanas de campamento de tarefa.

Tragedia anunciada
Miranda notó que el camión fallaba y, ante la inminente tragedia, decidió saltar. Tuvo la ventaja de conocer de antemano los problemas mecánicos, por lo que resultó ileso, privilegio que no tuvieron los otros.

“Escuché un ruido que hace el cambio de la baja cuando falla y luego empezó a agarrar velocidad. Ahí salté del camión porque me asusté, y grité para que mis compañeros salten. No hubo caso de atajar el camión y pegó contra los árboles en el bajo”, declaró.

Por su parte, Cyntia Pedrozo (25) perdió a su concubino Fabián Da Silva y desde entonces afronta sola la crianza de sus cuatro hijos. En tanto, comentó que días antes viajó en el mismo camión de la tragedia y corroboró que el rodado arrastraba problemas mecánicos.
Ayer, en diálogo con este medio, consideró que “tres años es muy poco para el desastre que hizo (el chofer), pero pocos se importan por los tareferos porque somos gente humilde”.
Visiblemente apesadumbrada, recordó que “una semana antes del accidente mi marido me llevó a Yrigoyen con los chicos y él volvió para ir a tarefear. Fue la última vez que lo vimos”.
Además, afirmó que en el viaje “escuché que el chofer dijo que los frenos andaban mal.
Yo iba adelante y el chofer paró a cargar combustible. El muchacho de la estación de servicio le preguntó si ya había arreglado los frenos y el chofer le contestó que no. O sea, hacía rato que el camión venía con problemas y muchos sabían”.

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