El maíz se juega la doble en 9 de julio para estabilizarse

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Zona con una buena porción de suelos Clase I, de las cotizadas por el buen potencial que fructifica para los diferentes cultivos, Nueve de Julio, en el corazón de la provincia de Buenos Aires, ha crecido en diversificación. Ante el nuevo panorama, el asesor de la zona, Pablo Baloriani, repasa los principales cambios, las rotaciones, el mayor protagonismo del maíz tardío, del girasol y el trigo, y relata cómo llevan adelante la lucha contra el avance de las malezas.

Baloriani no tiene antecedentes familiares vinculados al campo, sin embargo, supo acoger con pasión desde hace 11 años lo que hace y así lo demuestra con su tono de voz y sus expresiones. Nacido y criado en Nueve de Julio, cuando volvió de estudiar en La Plata empezó asesorando 7000 hectáreas; hoy coordina los destinos de 20.000 a 25.000 hectáreas cada campaña.

En soja de segunda este año se conforman con 20 quintales. campos siembra soja sojales siembra soja

Una rotación clásica de la zona, principalmente en campos propios, es trigo/soja segunda-maíz-soja. Sin embargo, también juegan su partido el maíz tardío y el girasol (sobre todo las últimas campañas).

Al analizar la campaña, Baloriani destacó que la zona de Nueve de Julio se presentó como un oasis en comparación con lo que ocurrió en otras regiones de la provincia. Entre la sequía que acosó al sudeste y las inundaciones que ahogaron las esperanzas de rendimiento en el norte provincial.

El trigo picó en punta con rendimientos que superaron los 60 quintales por hectárea (qq/ha) con picos de 70 (recordando que la media de la zona es de 50 qq/ha). En maíz se apunta a 95-100 qq/ha, en soja a 40 qq/ha y en girasol se buscan 25-28 qq/ha. “Para la soja de segunda va a ser un año atípico porque la siembra se atrasó mucho por las lluvias, por eso si bien generalmente se apuesta a 25 qq/ha, este año, con 20 quintales estamos hechos”, reflexionó Baloriani.

Históricamente, el maíz temprano siempre fue protagonista pero las últimas tres campañas las fechas tardías empezaron a tallar. Primero con pequeños porcentajes, y luego en crecimiento. “La campaña pasada hubo rendimientos de 90-100 qq/ha para las fechas tardías y con menor inversión en fertilizantes respecto de los maíces tempranos”, contó Baloriani. Y agregó: “Creo que en la zona la superficie de maíz tardío se va a ir incrementando cada vez más, lo mismo que pasa con el girasol”.

Al igual que el trigo y el maíz, el girasol, un cultivo típico de la zona hasta el desembarco de la soja, también volvió a incrementar área. Precio, necesidad de rotaciones y genética favorecieron este regreso. “Lo que detectamos es que al girasol, dándole buenos ambientes, reemplazando lotes de trigo por girasol entra con muy buen potencial”, reflexionó el asesor, que es miembro de la regional AAPRESID y del Grupo CREA de la zona. La idea es salir de una soja y en vez de ir a soja de primera es sembrar girasol. Antes, el girasol se mandaba a los ambientes más desfavorables, pero ahora en ambientes muy buenos, se dieron cuenta que el girasol responde.

El trigo tuvo rindes superiores a 60 quintales por hectárea. trigo cosecha cosechadora campos de trigo

Además, ensayos del INTA Nueve de Julio con fósforo dieron buenos resultados. “Los niveles de fósforo en la zona son bajos, por eso probamos con una aplicación al voleo 60 días antes de la siembra y los resultados son muy buenos”, explicó Baloriani.

También se apunta fino con la fertilización de fósforo en el maíz tardío. “De acuerdo a la mineralización de nitrógeno que haya en el suelo y a partir de análisis de suelo se logra menos utilización de urea que en un maíz temprano”, contó Baloriani. Así, por ejemplo, si en un maíz implantado en fecha temprana (del 20 de septiembre al 20 de octubre) se están incorporando entre 150 y 200 kilos de urea a un tardío (del 20 de noviembre al 10 de diciembre) se le incorporan de 90 y 120 kilos.

Actualmente, el plan de siembra que recomienda Baloriani es de un 60/65% de maíz temprano y un 40/35% de tardío. Aunque cree que en breve irán a un planteo mitad y mitad. “Después del tardío la rotación sigue con soja, pero en esa secuencia preocupa la proliferación de malezas resistentes como yuyo colorado, raigrás y rama negra que complican los barbechos”, remarcó Baloriani.

Llegar limpio a la siembra de soja cuesta un barbecho más. Según Baloriani, los costos del barbecho desde el inicio hasta el cierre del surco que hace la soja ronda los 75-80 dólares en herbicidas. Antes eran 30-35 dólares por hectárea.

“Hoy el productor logró entender al menos en la zona, la importancia de un buen paquete tecnológico, esto es, híbridos y variedades que hacen la diferencia, la fertilización y, en soja, por ejemplo, hubo un cambio fuerte en la densidad, porque hoy nadie siembra casi a 52, todos a 35 incluso a 23 centímetros”, redondeó el asesor.

Poco a poco, a la fuerza quizás, se comprendió que las malezas son un enemigo serio que hay que enfrentar con tenacidad pero sobre todo con inteligencia y responsabilidad. “Hoy los productores ya tomaron conciencia”, concluyó Baloriani.

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