El sector agroalimentario es clave para el futuro del país

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Lo decisivo para la Argentina es el aumento sostenido de sus exportaciones, porque de ellas depende el ingreso de divisas que le permiten adquirir en el exterior los insumos necesarios para mantener en funcionamiento la economía doméstica.

Esto hace que el indicador fundamental de la economía argentina en relación al mundo sea el de los términos de intercambio (relación entre el valor de las exportaciones y el de las importaciones).

Este indicador ha alcanzado en los últimos 10 años los mayores niveles de la historia nacional: 154 puntos a contar de la base cero (0) situada en el año 2000.

Esto es lo que convierte a la producción agroalimentaria en el sector crucial de la economía argentina, porque responde por más de dos tercios de las exportaciones, encabezadas por dos productos agroindustriales: aceites y harina de soja.

Esto va más allá de su participación en el PBI y de su capacidad de creación de puestos de trabajo, que asciende a 10% del producto y 34% de los empleos, respectivamente.

Lo importante es que sin las exportaciones agroalimentarias la economía argentina no es viable, no puede funcionar sostenidamente. Esto hace que la producción agroalimentaria sea más que un sector entre otros, y que profundizar la especialización agroalimentaria del país –uno de los tres sistemas de mayor productividad del mundo-sea una tarea esencialmente nacional.

La conclusión a extraer de esta comprobación es que el indicador central de la economía mundial para la Argentina sea por necesidad el aumento del ingreso per cápita de la población del mundo, sobre todo en los países emergentes, que representan más de 70% de ella.

La razón es que la demanda que interesa a la producción agroalimentaria es la solvente, y ésta es sinónimo del alza del ingreso per cápita. En este sentido, lo que se observa es que el eje de la demanda mundial de agroalimentos se ha trasladado en los últimos 15 años a los países asiáticos, y en ellos, encabezados por China, el producto por habitante ha aumentado 8% por año en las últimas dos décadas.

Lo que sucede en China es que el ingreso per cápita de sus 1.340 millones de habitantes crece por encima del PBI nominal en los últimos 7 años (8% anual versus 6,5% por año); y esto ocurre en una economía que se ha duplicado en la última década (el PBI ascendía a U$S 5,7 billones en 2007 y trepó a U$S 11,4 billones en 2016/ dólares constantes).

Estos datos revelan el crecimiento de la demanda mundial de las exportaciones argentinas que está asegurado en los próximos 10/20 años. Las categorías del optimismo o el pesimismo son ajenas al análisis económico. Lo que importa es fijar la tendencia.

Toda proyección económica necesita cruzarse con los riesgos que enfrenta. El futuro se nos escapa, lo que sí se sabe es que el cambio climático ya ha comenzado, y por lo tanto hay que colocar en el terreno de la certidumbre una multiplicación creciente de los más extremos eventos climáticos (inundaciones, temperaturas récords, lluvias torrenciales, etc).

Respecto a las exportaciones agroalimentarias argentinas es necesario tener confianza. Es poco probable que China colapse.

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