Rusia diversifica su economía a través del agro

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La respuesta de Rusia a las sanciones comerciales que le fueron impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea (UE) debido a la anexión de Crimea y al conflicto con Ucrania, ha sido convertirse en un gran exportador mundial de granos en 2016 (con un crecimiento de 34 millones de toneladas más vendidas en el exterior), con una producción domestica de 119 millones de toneladas en ese período.

La agricultura rusa se fundó históricamente en la extraordinaria ventaja comparativa que le otorga la disposición de las “Tierras Negras” del sur de Rusia, Ucrania, y Kazajistán, que junto con la Pampa argentina, constituyen las tierras más fértiles del mundo.

Antes de la Primera Guerra Mundial, Rusia y la Argentina eran los dos grandes productores agrícolas emergentes que disputaban la primacía global con el agro norteamericano. Luego, llegó el comunismo en Rusia, que fundó la Unión Soviética en 1921 por decisión de Lenin.

El régimen comunista destruyó la producción agroalimentaria rusa, y liquidó físicamente a los empresarios agrícolas, los denominados “kulaks”, desatando sucesivas hambrunas en las que murieron millones de personas, tanto en Rusia como en Ucrania.

Por eso Rusia, que entonces era la Unión Soviética, comenzó a depender cada vez más de las importaciones de productos agroalimentarios del exterior, sobre todo de Estados Unidos y de la Argentina.

Para la Argentina, Rusia/Unión Soviética se convirtió en el único mercado para sus exportaciones agroalimentarias que le quedaba en el mundo al finalizar la década del 70, y era completo su aislamiento internacional.

Por eso la Junta Militar que entonces gobernaba a la Argentina se negó a participar de las sanciones comerciales que el sistema internacional, encabezado por Estados Unidos, presidido entonces por Jimmy Carter, le impuso a la Unión Soviética por su invasión a Afganistán en 1979.

El anticomunismo cerril del régimen militar argentino no fue obstáculo suficiente para que la Argentina abandonara el único mercado internacional de agroalimentos que le quedaba entonces.

La caída del precio del petróleo en los últimos tres años –Rusia es una de las tres principales potencias petroleras- ha debilitado significativamente el valor del rublo, y ha facilitado al hacerlo las exportaciones agroalimentarias.

El objetivo del presidente Vladimir Putín es nítido: aprovechar las sanciones de Occidente para convertir a Rusia en un país autosuficiente en términos agroalimentarios, y potencialmente en uno de los principales exportadores del sistema mundial.

China ha multiplicado sus inversiones en el agro ruso, y también en Ucrania y Kazajistán. No solo lo hace en la producción primaria, sino también en la producción de fertilizantes, químicos y agroquímicos, cuyo consumo ha aumentado 16% anual en los últimos 3 años.

Rusia se ha convertido en el principal exportador mundial de trigo, con colocaciones de más de 30 millones de toneladas en 2016, y planea adquirir – junto con Ucrania -la primacía absoluta en este grano en los próximos 3 a 5 años.

Esta es la forma en que Putín aspira a diversificar la economía rusa, saliendo del virtual monopolio que tiene en la construcción de su PBI la producción petrolera.

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