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Todos los padres que se acercan a librerías mayoristas en estos días comparten una misma búsqueda: buenos precios. Milagros Cavallaro (18) tiene el celular en la mano pero para usarlo de calculadora. Mientras su madre le dicta productos al vendedor, ella hace las sumas y multiplicaciones necesarias para que el total nunca supere el presupuesto con el que cuentan. “Sino llegas a la caja y tenés que empezar a dejar cosas”, cuenta Milagros que está embarazada de siete meses. Cuando a su hijo le toque ir a jardín, ella asegura que vendrá a un mayorista para comprarle los útiles. Aunque se tenga que venir desde Avellaneda, los precios lo valen. “Nos ahorramos entre un 25% y 35% según el producto”, explica. A esta librería en Perón y Larrea ya la conocen porque a ella, que acaba de pasar a 5° año, su madre la trae desde que empezó la escuela.
“No se puede comprar más por unidad porque te sale casi el doble”, comenta Olga al salir de una librería a la que sólo entró para pedir el listado de precios. “Estoy comparando precios”, aclara por si quedó alguna duda.
"Mi hija pasa a primer grado en una escuela técnica y le piden de todo. En una compra grande ves la diferencia", dice Freddy Mariñas.
Ivonne Crispin (32) ya es una experta comparándolos. “La resma de 480 hojas la vi en un local que supuestamente es mayorista a $169, caminé media cuadra y lo encontré a $150”, relata Ivonne desde la fila de otra librería. Y se queja: “Es difícil, te rinde solo si vas buscando atentamente”. Camina por Once hace cuatro años para cada comienzo de clases de sus cuatro hijos. Recuerda que antes iba a un mayorista y “comprabas todo”; ahora se cansa de dar vueltas. Cuando termina, deshace los más de 50 kilómetros que la separan de su casa en San Vicente, provincia de Buenos Aires. Allá la espera su hijo mayor de 12 años porque el resto -de 4, 5 y 7 años- decidió acompañarla.
"Nos ahoramos entre un 25% y un 35%. Hay que llevar en cantidad por ser mayorista", afirma Milagros Cavallaro.
Hay familias en las que la compra en el mayorista se transformó en tradición. Macarena es de Pompeya y en la esquina de Larrea y Sarmiento espera en la fila de la mano de su hermana menor que pasó a cuarto grado. “Mi mamá me traía siempre y ahora me toca a mí ayudar”, explica y aunque no sabe cuánto es lo que se va a ahorrar confía en su madre: “Ella sabe y nos dijo que viniéramos acá”.
Aunque las madres son mayoría, hay algunos padres que a las 16 estaban haciendo cola en la calle o en la caja. Freddy Mariñas (43) vino desde Palermo y aunque no está tan lejos de su casa, es la primera vez que visita el barrio de Once para comprar útiles. “Me lo recomendaron por los buenos precios que hay”, dice. “Ahora mi hija pasa a primer año de una escuela técnica y le piden de todo”, agrega y reconoce que “en una compra grande ves la diferencia con la librería del barrio”.
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