Conectarse para crecer

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Hay mujeres que no quieren escuchar más de lo mismo. Están en una instancia superadora de su carrera y no necesitan que les hablen de desigualdades, falta de oportunidades o techo de cristal. No porque no existan o no les preocupe. “Sino porque ya lo sabemos”, señala una empresaria que se dedica a fabricar algo “tan femenino” como cables de acero. Para mujeres como ella estaba dirigido el Encuentro Internacional sobre el Empoderamiento Económico de la Mujer y Jóvenes en América, organizado por Fepesna (Fundación de Estudios Políticos, Económicos y Sociales para la Nueva Argentina), que se desarrolló la semana pasada en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. En el panel denominado Networking: Mujeres Interconectadas e Innovadoras se brindaron pautas y estrategias de trabajo menos trilladas, que vale la pena conocer.

“Cuando empezamos un negocio, no sabemos lo que nuestros clientes están buscando. Nos enamoramos de una idea, que tendemos a pensar que es la mejor, y por eso creemos que el cliente va a pensar lo mismo. Y no siempre es el caso. Este es un tema que trabajamos mucho con nuestras empresarias. Las motivamos a que sean más empáticas, abiertas, a que observen lo que busca el mercado para que entonces puedan dar pasos acertados”, dice la licenciada Andrea Lizarzaburu, directora regional para América latina y el Caribe de WEConnect International, de Estados Unidos. Esta organización se dedica a identificar, certificar y validar empresas no tradicionales, que pertenecen a mujeres al menos en un 51%. Tiene presencia en siete países de la región y en todas las naciones donde existe un autorregistro. La red abarca a 300 empresas femeninas certificadas y a más de 5000 autorregistradas. “Nuestro objetivo es facilitar canales de venta, cerrar la brecha que existe tanto de información como de mercado para que puedan presentar los productos y servicios que ofrecen. Pertenecer a una plataforma da visibilidad brinda accesos, algo muy importante para emprendedores. Nos interesa que no se queden en un microemprendimiento si tienen un buen producto o servicio con potencial”, agrega Lizarzaburu. Como organización, identificaron retos: superar el miedo al fracaso y el temor a asumir riesgos o perder el control de la compañía. “Tenemos que difundir este mensaje y transmitirles a nuestras pares que podemos crecer. El crecimiento se puede manejar. No significa fracasar. El fracaso no es malo. Si se fracasa, se aprende. Y se puede volver a emprender. Siempre los segundos o terceros intentos salen mejor que los primeros. Hay que hacer un cambio de paradigma para entender que las oportunidades para las mujeres están ahí”. Todavía existen barreras. Es difícil acceder al financiamiento, dividir las tareas de la casa para hacer networking o contar con más tiempo e información. “Pero los recursos están al alcance de la mano -alienta-. Sólo existen excusas para no hacer. No nos podemos poner en un lugar de exclusión. Tenemos que luchar y seguir como hasta ahora hemos hecho. Hay temas que están superados”.

Las mujeres hoy toman el 70% de las decisiones de compra. Ese movimiento femenino es imparable. “Ya no somos unas pobrecitas. Ocupamos lugares de liderazgo y tenemos poder de compra. La mujer reinvierte el 90% de sus ingresos en su familia y su comunidad. Esto tiene una repercursión especial en los países en desarrollo. El crecimiento de esas empresas trae desarrollo para un país”.

Incorporar el networking. Tener un perfil de Linkedin bien hecho, completo y con referencias. Pedir ayuda, contactos. Armar buenas redes profesionales (no sólo sociales). Elaborar el no desde el punto de vista de los negocios (no sentimental). Cuidar la construcción de nuestra propia marca personal, de nuestra identidad digital, y colaborar entre nosotras, son piezas clave, apunta Claudia Segovia, directiva de UPWARD (Uniting Professional Women Accelerating Relationship & Development).

Conectadas es más fácil.

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