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Paredes y muebles de colores vibrantes, jugueteros cargados a tope y un desorden infinito; así son, en general, los cuartos infantiles. Pero, en el último tiempo, las excepciones empezaron a ganar popularidad en las redes sociales: orden inmaculado, colores neutros, pocos objetos y camas y espejos al ras del suelo.
No se trata de una tendencia en materia de decoración, son los cuartos Montessori, que responden al método educativo creado por la médica, pedagoga y científica María Montessori a comienzos del siglo XX.
En estos ambientes, cada elemento, desde el mobiliario hasta los juguetes, tiene un sentido concreto en el desarrollo del niño.
“Uno de los grandes errores del adulto radica en creer que tiene que armar un espacio para que el niño pueda jugar, y en ese espacio no pone cosas reales, hay martillos que no martillan o juguetes que ya hacen todo, entonces el niño no desarrolla ninguna habilidad al interactuar con ese juguete”, explica Luciana Garate, guía Montessori, y remarca: “De los 2 a los 6 años, el pedido es ‘ayudame a hacer por mí mismo’”.
Para fomentar la autonomía, todo lo que forma parte del cuarto debe ser accesible. “Los elementos fundamentales son un armario a la altura apropiada para que el niño pueda elegir su ropa; un espejo para que forme un autoconcepto de sí mismo; juguetes sencillos organizados en estanterías bajas y una cama al ras del suelo”, indica Marta Parra, autora del blog de crianza pequefelicidad, donde se brindan claves para implementar esta pedagogía en el hogar.
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La cama Montessori, que luce como un colchón sobre el piso, es una pieza clave en la habitación infantil. Según indica Parra, “María Montessori decía que las cunas eran auténticas cárceles para los bebés por el encierro que representaban”.
Las más básicas se consiguen en Mercado Libre por $1.400. Victoria Cianfagna y Victoria Martínez, dueñas de la tienda Festival, crearon un modelo más sofisticado, se trata de la “cama casita” que trae una estructura de madera por encima que simular ser una casa, “al tener esa forma los chicos la usan durante el día para jugar y al llegar la noche les cuesta menos irse a dormir. También se le puede colgar una tela para hacer una carpa o usarla como sillón, lo que el chico se imagine”, explica Cianfagna, y agrega: “Recibimos cada vez más consultas, pero como se trata de una cama de transición, que el chico deja de usar a los 5 o 6 años, el precio desalienta a algunos padres”. Hoy, los productos que más venden para los cuartos Montessori son las repisas, que se colocan a una altura bien baja.
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Menos es más. Muchos juguetes alborotan. A veces son los padres los que tienen la necesidad de comprarlos.
Tatiana Raff, guía Montessori y mamá de Vera (1 año y 8 meses)
Dolly Monclá, autora del blog de decoración Foxdecoblog y rastreadora de tendencias, señala que la cuestión económica no es impedimento: “Al contrario, ambientar de cero un cuarto así cuesta menos que uno tradicional. Los muebles que se usan son más pequeños, por lo tanto, salen menos, y no hace falta una cama especial, pueden dejar solo el colchón”, y agrega que la única inversión es “un espejo de material acrílico para que no se rompa”.
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En el caso de los estantes, jugueteros y bibliotecas, lo fundamental es que guarden poca cantidad de objetos. Los libros deben ir con la portada al frente y la cantidad de juguetes disponibles tiene que ser limitada.
La estética también juega un rol protagónico. “María Montessori pedía que los espacios fueran luminosos, ordenados y que los objetos estuvieran confeccionados con materiales nobles”, indica Garate.
Para los padres interesados en educar a sus hijos bajo la pedagogía Montessori, de nada vale circunscribir la propuesta a un cuarto, toda la casa debe ambientarse; hasta es posible adaptar cocinas y heladeras.
En blogs especializados, sugieren comprar un mini bar para uso exclusivo de los chicos o destinar la parte baja de la heladera para ellos. Claro que también hay que llenarla con elementos acordes a su motricidad, como botellas pequeñas o frascos fáciles de abrir y cerrar. La intención es que puedan alimentarse por sí mismos. “Siempre fue un alivio saber que mientras amamantaba a mi bebé, mi hijo de cuatro años podía prepararse un sandwich él solo”, cuenta una mamá en un blog Montessori.
Es probable que los padres que educan a sus hijos de manera clásica se sorprendan al ver cómo actúan los chicos formados bajo el método Montessori. “Acá hay nenes de dos años que se sacan y se ponen el pañal, se visten y se desvisten solos… es que el niño busca autonomía, hay que mostrarles cómo hacerlo, acompañarlos y después dejarlos hacer, observarlos, ellos encuentran el recurso y terminan pudiendo”, explica Garate, y resalta un principio básico de esta pedagogía: “Ayudar al niño cuando puede hacerlo, solo es interferir en su desarrollo”.
Por eso, no alcanza con ambientar los espacios. “Los adultos debemos ser más humildes, empáticos y serenos con los niños. Darles libertad y poner límites con respeto”, concluye Parra.
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